lunes, 1 de diciembre de 2008

Hipótesis acerca del comportamiento electoral en el Zulia durante el 23_ Noviembre 2008

HIPÓTESIS ACERCA DEL COMPORTAMIENTO ELECTORAL EN EL ZULIA

El recientemente finalizado proceso comicial en Venezuela, adquiere unas particulares expresiones en el estado Zulia. El hecho mismo que nuestro estado represente más del 15% de la población inscrita en el registro electoral permanente (REP), aunado a la especial configuración geopolítica de la zona, por la presencia del elemento petróleo, las características de un espacio fronterizo y la vecindad con Colombia, donde se adelanta un agresivo plan contra la gobernabilidad de la región; son sólo algunos factores que hicieron centrar la atención en nuestra localidad.
Como si esa circunstancia no fuese suficiente, nos encontramos con la realidad que el Zulia es el asiento de la principal fuerza de oposición política a la gestión y acción de gobierno del presidente Hugo Chávez. Desde antes del año 2006, cuando el gobernador Manuel Rosales decidió lanzarse a la candidatura presidencial, el Zulia se había convertido en foco de perturbación para la pretendida hegemonía – en el sentido gramsciano del término- procurada por el extinto MVR. La gestión de Rosales, sin ser eficaz ni efectiva ha logrado adentrarse en la identidad cultural del zuliano, haciendo uso de la manipulación histórica. Tal como sucedió con Venancio Pulgar, en la 2da mitad del siglo XIX, Manuel Rosales ha mezclado identidad, historia, religiosidad y política. Ambos personajes – Rosales y Pulgar- han logrado que el ciudadano común, el hombre de pueblo se identifique con ellos, en parte esa construcción es una responsabilidad del escaso perfil revolucionario de las fuerzas del MVR – y del PSUV- en la región. Las constantes pugnacidades, las disidencias y resquemores entre los factores políticos cercanos al presidente Chávez, son una de las causas de ese comportamiento dispar. Ninguna organización puede lograr imponerse si no llega a tener coherencia interna, es lo que denominamos simetría bimodal.
En el caso del partido MVR (posteriormente PSUV) se mantiene una división y carencia organizativa que se reflejo en el hecho que los responsables de la direccionalidad de la campaña fueron incapaces de desmontar la matriz, inteligentemente construida por el comando de campaña de Manuel Rosales, que cuando se atacaba a este se atacaba al Zulia. La idea que Rosales representa el sentido autónomo del Zulia, ha sido constantemente trabajada por el equipo político del recientemente elegido alcalde de Maracaibo, y desde el MVR – primero- y el PSUV- después- se ha hecho muy poco para terminar con esa construcción. Habíamos advertido de esta debilidad en artículos publicados en la prensa regional – Diario Panorama- pero siempre hubo una actitud displicente por parte del comando de campaña y nunca fueron asumidas acciones para desmontar ese discurso.
El resultado fue evidente. El candidato Di Martino, que contaba con ciertas resistencias por parte de varios sectores dentro de los colectivos sociales cercanos al presidente en la región, no termino de “calar” en las preferencias del electorado zuliano. Sin embargo, no todo es culpa del comando de campaña, ni del candidato. Hay una responsabilidad de parte de quienes levantaron la estructura del PSUV en el Zulia. ¿Cómo entender el hecho que Lina Ron y Arias Cárdenas anunciaran que el PSUV tenía 850.000 militantes inscritos en el Zulia? ¿Dónde están esos votos?. Sí se saca una suma simple, se darán cuenta que el PSUV sólo alcanzó – individualmente- 583.000 votos. ¡Qué se hicieron los restantes casi 300.000 militantes? ¿Será que acaso Lina Ron y Arias manipularon el registro en función de apetencias personales? Sí efectivamente son militantes, con ese total se pudo ganar la gobernación, pero la realidad parece indicar que esas cifras no corresponden con militantes activos del PSUV. Cómo sea, las consecuencias de sus acciones no han sido evaluadas y deberían serlo, pues sin lugar a dudas tienen una 1era responsabilidad, que sí son – como dicen serlo- revolucionarios, deberían asumir.
Por otro lado, no debe dejar de tomarse en cuenta el hecho que el discurso político de Di Martino acerca de la gestión y las obras del gobierno en la región, estuvo ausente. Después de la presentación del programa de gobierno, desapareció la mención de las principales líneas de acción del gobierno nacional. Nunca se mostró la gestión pública, no se hablo del efecto de las misiones. De hecho esa ausencia de explicaciones nos permite comprender por qué Chávez tuvo que asumir el protagonismo de la campaña política en el Zulia, con el riesgo que eso significaba para su liderazgo político. Di Martino no marchó articulado con los candidatos a alcalde de los distintos municipios del estado Zulia. Eso demuestra el hecho de las votaciones en los municipios cuando comparamos el voto para alcalde y gobernador por el PSUV. Algunos ejemplos son contundentes. En el Zulia, de los 19 municipios a elegir alcaldes, en 15 de ellos el candidato a autoridad municipal sacó más votos que el candidato a gobernador. Eso contradice la lógica política que señala que el cargo de más importancia arrastra la intención de votos del electorado. Para muestra algunos datos:
• En Padilla, el candidato a alcalde obtuvo 3.878 votos, Di Martino 3.830
• En Baralt, el candidato a alcalde obtuvo 17.517 votos, Di Martino 17.415
• En Cabimas 60.785 vs 60.317
• En Francisco Javier Pulgar 6.414 vs 6.359
• En Jesús María Semprún 6.758 vs 6.160
• En el municipio Lagunillas, 35.114 vs 33.036
• En Machiques, 22758 vs 22.394
• En el municipio Mara, el alcalde obtuvo 42.082 y Di Martino 39.936
• En Santa Rita, 12.513 vs 11.799
• En Sucre 9.796 vs 9.746
• En Valmore Rodríguez 11.270 vs 11.101
• En Maracaibo – donde Di Martino fue alcalde durante 8 años- 222.419 vs 219.246.
• En Páez, 16.321 vs 15.248
• En Rosario de Perijá, 17.101 vs 17.237
• En San Francisco, 74.917 vs 74.149.

¿Cómo entender está votación? Inicialmente es fácil pensar en una traición de los candidatos a alcalde y en una confabulación de ellos contra el candidato a gobernador, sin embargo es ilógico pensar en una articulación de todos ellos en función de causar un perjuicio al candidato del PSUV; más bien pareciera estar ligada a la calidad misma del perfil social de Di Martino, pero sobre todo al hecho que su discurso no llego al colectivo organizado del PSUV. El silencio que mantuvo durante la campaña, evitó que el electorado militante del PSUV se identificara y atendiera el llamado que el propio presidente hizo para apoyar a Di Martino. Cualquier observador externo diría que el liderazgo de Chávez perdió fuerza, creo sin lugar a dudas que no se trata de ello. Se trata que los colectivos ejercieran el voto castigo hacia aquellos candidatos que no percibieron comprometidos con los lineamientos y planteamientos de Chávez; pero adicionalmente en el Zulia estuvo la incapacidad del comando de campaña y del propio candidato para movilizar a sectores de la clase media en apoyo a la candidatura de Di Martino. No hay duda que esta elección fue una muestra del efecto del voto de clase: en los sectores populares – o por lo menos en la mayoría de ellos- el PSUV obtuvo mayoría. Sin embargo, en el caso del municipio Maracaibo sectores populares como la parroquia Raúl Leoni – que había sido ganada por Di Martino en el 2004- o Carraciolo Parra Pérez se perdieron, mientras que los demás municipios que conforman el llamado “Maracaibo oeste”, el PSUV obtuvo mayoría (Francisco Eugenio Bustamante, San Isidro entre otros).
Asimismo hay que decir que parroquias populosas como Chiquinquira, Bolívar en pleno corazón de la ciudad puerto de Maracaibo, el chavismo resulto derrotado. Ello demuestra cierta penetración de la estructura organizativa de Un Nuevo Tiempo, aunada a una carencia total de conciencia ideológica de sectores organizados en esa zona; pero como sea no se debe negar que actuaron mejor que la estructura del PSUV y que el partido debe generar un plan de acción para atender esos espacios y recuperar poder, sobre la base de las organizaciones sociales.
Hay además que hacer el balance político- partidista en el Zulia. A pesar de estas críticas – que señalamos con toda responsabilidad, y estamos seguros que saldrá más de uno acusándonos de cualquier cosa- el comportamiento general del PSUV mejoró significativamente en el estado. El extinto MVR, en las pasadas elecciones del 2004 obtuvo un total de 210.479 votos. El 23-N, el PSUV paso a obtener – él sólo- 577.356 votos, es decir experimentó una ganancia neta de 366.877 votos, lo que porcentualmente se traduce en una ganancia del 183%. Comparado con UNT, que sigue siendo la 1era fuerza política del Zulia, el crecimiento del PSUV es mayoritario. UNT obtuvo en el 2004 un total de 303.581, ahora pasó a tener 587.400, un crecimiento de 283.819, algo así como un 82% de crecimiento. Entre UNT y el PSUV hay sólo una diferencia de votos de poco más de 10.000 votos (para ser exactos 10.044), que en definitiva señala que a pesar de la derrota el crecimiento organizativo del PSUV es mayoritario en relación a la capacidad de movilización de UNT y eso denota una efectividad de la maquinaria partidista.
Pero estos resultados no son suficientes. Sigue pendiente una mayor y mejor respuesta del aparato político dirigente del PSUV. Las comunidades demostraron su descontento con el tipo de candidatura de Di Martino, sí no fuera así cómo se explica que se perdió la gobernación pero se ganaron alcaldías que nunca antes estaban bajo la responsabilidad e incidencia política del partido. Los colectivos sociales en los municipios se identificaron más y mejor con los candidatos a alcaldes que con el candidato a gobernador. Esta circunstancia obliga a replantearse la política del PSUV en lo que respecta a los trabajadores y en general la política de análisis de clase, sobre todo en lo referido al enfoque sobre el cual se atiende la división social del trabajo que existe en el contexto capitalista. Lo que decimos es que no basta con llamarse revolucionario, hay que serlo en las acciones. Buena parte de algunos dirigentes – hay excepciones y muchas- están haciendo negocios solapados en la revolución. No podemos olvidar la denominada “derecha endógena” que persiste en el PSUV. Esos sectores le hacen terrible daño a una política pensada para desmontar la estructura ideológica – y no sólo productiva- del sistema capitalista.
Mientras Chávez habla de conciencia revolucionaria, esos sectores entorpecen la acción del gobierno, cargándolo con una burocracia paquidérmica que hace que los procesos se paralicen o en el mejor de los casos se retrasen. No hay revolución sin cambio en la conciencia de clase y ahí seguimos teniendo un déficit que subsanar. Lo ocurrido en el Zulia señala que no hay una política efectiva hacia los trabajadores petroleros, siderúrgicos, metalúrgicos, campesinos, estudiantes entre otros. Un estado clave desde el punto del movimiento obrero, desde los inicios del siglo XX, no puede seguir adoleciendo de una política efectiva hacia el sector obrero. El PSUV debe mejorar aun más el debate ideológico. No se ha terminado de asumir la decisión de desmontar la estructura de explotación social capitalista. Mantenemos las mismas relaciones de explotación y división social del trabajo, sólo que ahora intentamos minimizarlas bajo la etiqueta o el adjetivo de una “revolución socialista”; pero que contradicción, hay sectores en el PSUV que se exhiben con una actitud que se aleja mucho de una ética revolucionaria.
En definitiva, planteamos estos aspectos para un debate serio acerca de las tres (3) R. No es posible que al igual que el 2-D no se discuta la realidad de los resultados, que se hable de nuevo de las 3 erres pero que no debatamos sobre la forma de asumirla. Cabe preguntarse: ¿es que acaso coincidimos acerca del enfoque a través del cual vamos a afrontar la revisión? ¿Estamos de acuerdo que elementos de la organización y el proceso vamos a revisar? Indudablemente – a priori- creo que la respuesta es no, pero igual debemos plantearnos estas interrogantes si queremos que continúe este hermoso proceso histórico. Ahí quedan estas reflexiones para el debate, espero que se genere apoyando o criticando lo planteado, de otra forma el esfuerzo fue en vano.

Dr. Juan Eduardo Romero
Juane1208@gmail.com
29/11/2008

El Pacto de Punto Fijo

El Pacto de Punto fijo: 50 años después…

En estos tiempos de convulsión democrática que experimenta Venezuela, hay un conjunto de historiadores e investigadores - cuya reputación académica no pongo en duda- que manejan la tesis de la exaltación del Pacto de Punto Fijo como modelo político de convivencia democrática. Sobre esa tesis planteo algunos elementos que sirvan, desde la teoría política, para la discusión.
En 1er lugar, el Pacto es un instrumento que se plantea en términos de una antropología de poder, es decir como un mecanismo a través del cual los factores asociados a la representación social del poder (grupos económicos, actores políticos, medios, fuerzas armadas) se aseguran una relación pura-coincidencia con la que preservan sus intereses y evitan al máximo la confrontación. Desde esta óptica no hay duda de la ubicación del Pacto de Punto Fijo en la búsqueda de asegurar la convivencia entre factores de poder que lo anhelaban desde el año 1941 cuando se crea Acción Democrática (AD). En 2do lugar, sí aceptamos que el pacto es un esfuerzo democrático por qué se produce la exclusión del Partido Comunista de Venezuela (PCV). Se alega que tarde o temprano el PCV atentaría contra la propia democracia. Evidentemente, las resoluciones del Comité Central del PCV así lo demostraron, pero muy posterior a la fecha en que se firmó el Pacto.. Sin duda, las circunstancias generadas e impulsadas por las ambiciones de poder de Jóvito Villalba, Rómulo Betancourt y Rafael Caldera hacían imposibles unas relaciones pacíficas con los “pacos” o comunistas como eran denominados por Betancourt.
Históricamente, las posiciones y acciones del PCV generó un distanciamiento teórico y político con las propuestas de acción de quienes serían los líderes de URD, AD y COPEI. Se trata de un ejercicio de historia crítica que debe generar un análisis más allá de los lugares comunes. Sí pensamos que la dinámica de provocación que impulsó Rómulo Betancourt para evitar un candidato de unidad en las 1eras elecciones libres después del derrocamiento de Pérez Jiménez, nos encontraremos que esas maniobras impulsaron el aislamiento del PCV y estos cayeron en la provocación de Rómulo, tal como cayeron en la provocación de Chávez los trabajadores de PDVSA y los militares de la Plaza Altamira. No debemos olvidar que los actos de provocación buscan generar en el otro una reacción mayor que impulse o incremente la conflictividad. En este sentido, las acciones de aislamiento del PCV fueron efectivas y la forma del Pacto asumió una representación profundamente excluyente en nombre de la libertad.
En 3er lugar, la instrumentación del Pacto, asume la idea de la democracia liberal, en el sentido que se otorga el derecho al voto pero no el derecho de acceso a la representación directa. Es decir, se reconoce la universalización del voto, pero no la universalización de la participación en la estructura de poder público. Los representantes deben actuar a favor de los representados. Estos últimos quedan fuera del juego político y subsumidos a sus intereses, que se asumen deben ser manifestados no directamente por los propios representados, si no por sus representantes. Este modelo es clásicamente liberal y contrapuesto con mecanismos de democracia directa que después han sido plasmados constitucionalmente.
Cuando este conjunto de historiadores, a quienes respeto, pero adverso académicamente, se dedican a relanzar las “glorias de Punto Fijo”, no hacen más que adelantar una estrategia de relegitimación de un discurso y una práctica política que ya está en desuso. La base de la discusión democrática no es la construcción del consenso, como se planteaba en las tesis políticas de los años 50 y 60, se trata hoy del manejo de la diferencia y el disenso, y ello pasa por aceptar su propia existencia. Asumir como se hace que la naturaleza humana se basa en el acuerdo es ir en contra corriente. Lo natural, lo obvio es la diferencia. Debemos aprender a vivir con ella. Por eso mecanismos como los derivados del Pacto de Punto Fijo son – o fueron- una anomalía histórica que hoy resulta imposible reconstruir. Es imposible, pues los niveles de militancia política no son los mismos. Las estructuras políticas que le dieron origen – AD, COPEI y URD- eran muy activas en ese entonces; hoy no lo son. Los nuevos partidos UNT, Primero Justicias y otros no tienen esa capacidad. Por otra parte, las condiciones de burocratismo y clientelismo que facilitaron su pervivencia, hoy no son posibles de aplicar y con ello queda desechada la convivencia pacífica basada en la explotación de la renta petrolera.
El balance no es totalmente positivo después de 50 años. El Pacto remitió o más bien sumió a la sociedad civil en un letargo y adormecimiento que costó muchísimo, hablando desde la lógica de la participación. El pacto no permitió la profundización de la democracia, como hacer juntos entre diversos y retraso el proceso de reconocimiento social de los excluidos. El Pacto facilitó un proceso de cooptación y corporativismo que impulso un enorme daño en el funcionamiento socio-político venezolano. Por ello creo que sólo en un punto tienen razón esos historiadores que impulsan la exaltación del Pacto de Punto Fijo: en que debe ser cuidadosamente revisado sus consecuencias. El Pacto arrojó una mácula de perversión sobre la clase política que aun hoy observamos, en eso debemos ser contundentes. Intentar exaltarlo es retrotraernos al pasado, y eso es ahistórico.

Dr. Juan Eduardo Romero
Historiador
Juane1208@gmail.com
01/11/2008

De Venancio Pulgar a Manuel Rosales: la misma mentira

De Venancio Pulgar a Manuel Rosales: la misma mentira

El Zulia se ha convertido en el epicentro de una verdadera batalla electoral. Para un observador no acucioso, se trata simplemente de un enfrentamiento personal entre Chávez y Rosales; sin embargo, hay elementos que nos señalan que asistimos a una deliberación política; entendida como la presentación, el debate y la defensa de una plataforma política antagónica con otro referente político.
Para el Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) la contienda electoral busca dos objetivos claves: 1) reivindicarse de la derrota del pasado 2-D de 2007, cuando fracasó la estructura del partido en su intento de aprobar la Reforma Constitucional y 2) recuperar el espacio político que ha perdido en la región, producto de las divisiones internas, las luchas intestinas y la desorganización política. Estas tareas no son fáciles de realizar. El comportamiento esquivo del electorado zuliano se presenta como un serio obstáculo. Por otra parte, el manejo maníqueo que Rosales plantea entre la zulianidad, su vinculación con la política y la religiosidad, no ha sido suficientemente desmontado por el Comando de Campaña de Di Martino, aunque las constantes visitas del presidente Chávez han procurado subsanar esta deficiencia.
Para Rosales, el proceso del 23-N es vital para su supervivencia política. Es sin duda, una manifestación de ambición política. Por una parte, corresponde con una prueba para la maquinaria electoral de Un Nuevo Tiempo (UNT), a la vez que es un catalizador de la existencia o no de un efecto Rosales, capaz de trasladar sus apoyos personales a otros candidatos ubicados bajo su órbita de acción. Los retos para Rosales son múltiples: 1) demostrar que es capaz de sobrevivir a una nueva confrontación directa con el presidente Chávez; 2) consolidar el liderazgo nacional de UNT y 3) impedir el avance de Primero Justicia (PJ) como otra opción de poder en el núcleo de la oposición.
Todos estos elementos nos permiten entender la especial dureza de la campaña en el Zulia. El debate se ha venido desviando de la discusión de una agenda política para encasillarse en el tema de la defensa o ataque al Zulia. Al concentrarse el debate en este aspecto, el comando de Rosales obtuvo una ventaja importante; la cual disminuyó en la medida que el propio Presidente introdujo la perspectiva del enfrentamiento directo entre él y Rosales. No hay duda que la estrategia de comunicación política del comando del actual Gobernador obedece a la lógica de generar una identidad orgánica entre él como “candidato” (figura política) y el Zulia como un todo; de manera tal, deja planteado que un ataque a él (Rosales) es un ataque directo al Zulia. En este punto se nota la asesoría histórica. La estrategia de Rosales es la misma utilizada por Venancio Pulgar en 1859-1863, cuando llegó a plantear - casi en los mismos términos- la disyuntiva política.
Como se recordará el Zulia se mostraba esquivo de aceptar la sumisión al poder central desde el mismo momento de la separación del Departamento Venezuela de la República de Colombia -mal llamada Gran Colombia- en 1830. A partir de ese período y hasta los preludios de la Guerra federal, los recursos y accesos comunicacionales del Zulia con los estados andinos (Trujillo, Táchira y Mérida) eran claves para la economía venezolana. Este hecho fue aprovechado por Venancio Pulgar para construir un liderazgo que manipulando el sentido de identidad del zuliano, utilizó el voluntarismo identitario para obtener beneficios personales y en aquellos momentos, donde la ambición personal chocó con los intereses del Estado venezolano y convocó al Zulia en su defensa; con la excusa que era la región la que estaba siendo atacada y no su ambición política. Resultado: todo el espacio histórico marabino, que incluye los límites del estado Zulia, así como ciertas zonas limítrofes con el estado Falcón, fueron objeto de una intervención del Ejecutivo Nacional restituyendo el orden y generándose la huida de Pulgar, dejando a todo el estado y sus ciudadanos sometidos a las consecuencias de su aventurismo político. Ayer como hoy, se plantea la situación en los mismos términos.
Nos asombra escuchar a Rosales señalar que cuando se ataca a su persona se ataca al Zulia. Con más de 120 años de distancia, nos encontramos con expresiones como las que indicaba en un canal nacional en el sentido que Chávez al odiarlo a él manifestaba su odio al Zulia. Sin duda, es una muestra del impacto de la manipulación histórica y cultural que se ejerce sobre el zuliano. La confrontación es entre dos (2) proyectos políticos, no es contra una región y sus ciudadanos; pero al presentarse como un ataque contra la identidad se busca despertar solidaridades culturales que puedan ser expresadas en forma de votos para los candidatos de Rosales. De nuevo, somos testigos como se manipula la historia regional a favor de intereses políticos personales. Le toca al Zulia decidir sí permite que esta manipulación permanezca o por el contrario se articule dentro del proyecto nacional conservando sus determinantes históricas y geográficas. Como sea el 23-N veremos los resultados y sabremos que cumplimos con nuestra obligación como historiadores al denunciar el maniqueísmo cultural.

Juan E. Romero
Historiador
Juane1208@gmail.com
17/11/2008

Elecciones regionales en Venezuela

ANÁLISIS CRÍTICO DEL 23-N

Pasado el temporal de insultos y acusaciones mutuas entre oposición y gobierno, le corresponde al análisis serio de los resultados. Lamentablemente, existe una limitante determinada por la no disponibilidad de todos los resultados. Cómo bien es sabido, esta elección era esencial para el sistema político venezolano. Se trataba de definir el rumbo del comportamiento político y de las fuerzas partidistas. Los resultados señalan una 1era lección: la campaña se basó en el personalismo político, entendido como la identificación extrema de los candidatos regionales y locales con el liderazgo nacional. Chávez y Rosales hicieron uso de su liderazgo para impulsar lo que conocemos como “efecto portaviones”. Es decir, el apoyo a quienes ellos les levantaran la mano. Eso tuvo su efecto, que se manifestó en la masiva concurrencia. Ningún proceso de elección regional o municipal había tenido una participación tan alta: 65,45%.
Hay una 2da lección: el sistema electoral venezolano es confiable y el más moderno del mundo. La casi total automatización del proceso, la rapidez con la que se conocieron los resultados, el apego y aceptación del mismo por parte de los actores concurrentes es una muestra de institucionalidad, que acaba con el mito construido desde la oposición de la escasa identidad moral y ética de los árbitros electorales. Sin lugar a dudas, quedo fortalecida la capacidad del sistema institucional y por lo tanto de la democracia misma.
En 3er lugar, el mito del autoritarismo de Chávez y su escaso talante democrático fue seriamente golpeado. Cuando Chávez salió reconociendo el triunfo de la oposición en dos (2) estados claves para él: Zulia y Carabobo, demostró que es capaz de aceptar los cambios expresados en el voto. Ya había dado un 1er atisbo en diciembre de 2007, pero que había sido puesto en duda por la oposición política.
En 4to lugar, los resultados arrojan múltiples lecturas. Una muy básica y fútil, representada por un análisis numérico absoluto de los resultados. Basado en el número de gobernaciones que cada sector político controla. En esa óptica el Gobierno tiene 17 gobernaciones y la oposición 5. Este tipo de análisis deja de considerar las especificidades del comportamiento electoral. Debemos decir que la pérdida – reiterada- del Zulia y la derrota en Miranda, representa una disminución absoluta desde el punto de vista del total de electores, pues esos estados representan un total de casi el 30% del total de los inscritos en el registro electoral permanente (REP); pero más allá de eso son estados estratégicos por su propia condición. El Zulia, es una entidad fronteriza, fuente de los principales recursos económicos, incluyendo el petróleo; demasiado cerca de la conflictiva Colombia y clave en su condición geopolítica. Miranda, es asiento de un conjunto poblacional y productivo de enorme significación para el Gobierno. Táchira, la otra entidad ganada por la oposición, es un espacio fronterizo que se comunica con Zulia, por lo tanto estamos hablando que del total de la frontera con Colombia (2218 Km) casi la mitad (850 Km) pasan a manos de opositores a la política internacional de Chávez. Las otras entidades, Nueva Esparta y Carabobo tienen un significado geopolítico. En el caso del 1ero de ellos, es un punto de conexión con el Caribe y el Atlántico, el 2do es una base de desarrollo industrial de valor económico. Falta ver, cuanto representa en caudal de votos esa elección. Sí el chavismo con el conjunto de 17 gobernaciones logró elevar el número efectivo de votos que obtuvo en el refrendo constitucional de 2007 (4.200.000) se puede afirmar que se consolida el sistema político venezolano como un sistema de partido dominante.
Un 5to elemento a considerar, es el hecho que el triunfo de Capriles en Miranda, coloca el liderazgo de Primero Justicia (PJ) en igualdad numérica con las fuerzas de Un Nuevo Tiempo (UNT), eso significaría que la lucha por la representación política para las próximas elecciones de legisladores nacionales (2010) será encarnizada, así como la definición de la candidatura electoral para la oposición a Chávez.
En 6to lugar, la situación en el Zulia y en general en toda Venezuela, debe generar una discusión de la efectividad de la personalización política, pues los liderazgos de Chávez y Rosales no salieron totalmente fortalecidos. Me explico, en el caso de Chávez al perder – pese a su presencia constante en el Zulia- se debe producir una revisión de la estructura de funcionamiento del PSUV. No es posible que una organización que diga tener 850.000 militantes en el estado obtenga un resultado así. El chavismo debería pedirle cuentas a Arias Cárdenas y Lina Ron- responsables de supervisar el proceso de inscritos en el PSUV-Zulia- acerca de quienes están y qué hicieron. Para Rosales, la pérdida de alcaldías por disputas internas, deja mucho que decir de su capacidad de organización. En definitiva, una gran lección es la confiabilidad del sistema electoral y las perspectivas de coexistencia pacífica entre los actores. Ya veremos¡¡

Dr. Juan E. Romero
Historiador
Juane1208@gmail.com
24/11/2008

miércoles, 5 de noviembre de 2008

AMÉRICA LATINA ANTE EL TRIUNFO DE BARAK OBAMA

AMÉRICA LATINA ANTE EL TRIUNFO DE BARAK OBAMA

Las elecciones del 04 de noviembre en EEUU derivaron en un resultado esperado: el triunfo de Barak Obama. Son muchas las expectativas que crea este acontecimiento político no sólo en los EEUU. Para los norteamericanos el 1er elemento evidente es el hecho de ser presidente un miembro de la minoría étnica más significativa, los afroamericanos. Obama rescata parte de los planteamientos políticos de dos de las fuerzas sociales más importantes en EEUU en la 2da mitad del siglo XX: el movimiento de derechos humanos de Martín Luther King y el movimiento de auto reconocimiento étnico de Malcom X. Ambos movimientos y sus líderes fueron reprimidos con rudeza y desaparecidos – o mejor dicho asesinados- sus mentores.

Obama ha utilizado – retóricamente- algunos de los planteamientos esbozados en la década de los 50 y 60 del pasado siglo XX por parte de estos movimientos sociales; pero les ha adicionado una propuesta refrescante de la política norteamericana más allá del señalamiento de la llamada cowboys politics (la política del vaquero), que sostiene la hipótesis de la agresividad wasp (blancos, anglosajones y protestantes en inglés) ante otros factores sociales que componen la sociedad norteamericana. El reto de Obama se manifestará en el comportamiento que asuma ante el stablisment y las relaciones de poder con la estructura económica y militar. Asimismo debe afrontar la recuperación de la economía norteamericana, luego de una desastrosa administración republicana que ha comprometido no sólo los intereses económicos de los EEUU sino del mundo capitalista.

Particularmente no tengo muchas expectativas de cambio en la política hacia América Latina. Lo que sí creo es que el fin de la política guerrerista puede abrir espacios al diálogo directo y a un redescubrir de los EEUU de sus vecinos más cercanos; más aun cuando la estrategia política de la administración Bush se tradujo en un progresivo desplazamiento de las fuerzas más conservadoras en las democracias en América Latina. El nuevo impulso de la izquierda, desde la más radical representada por Chávez hasta la más moderada ejemplificada en las actitudes de Lula y Bachelet, son una muestra del retroceso de la idea de democracia y el planteamiento de la reducción del Estado de Bienestar en el contexto actual. Obama deberá articular un nuevo tipo de relación que maneje el problema real del fin de la Doctrina Monroe, que ha significado la disminución de la presencia y la incidencia de los EEUU en el continente. A esa preocupación, habrá que adicionarle la mayor presencia – económica y geoestratégica- de Europa, particularmente Rusia, España y Francia en inversiones, apoyo y asesoría a gobiernos del área; eso sin contar la circunstancia que el “gigante dormido” –China- ha demostrado su interés en una mayor presencia en Latinoamérica.

Para Latinoamérica, Obama deberá asumir dos retos inmediatos: 1) la transición hacia una mejor relación con sistemas políticos y países ideológicamente distantes de los EEUU (Cuba, Nicaragua, Ecuador, Argentina, Brasil y Venezuela) y 2) recuperar los espacios perdidos como factor de poder hegemónico. Lo primero, demostrará que tan tolerante y efectiva puede ser su política de acercamiento para con esos países y gobiernos, aunado al efecto que pueda tener ese acercamiento con los factores de poder internos. Lo segundo, puede significar que se resemantiza el papel y las formas de tratamiento que adquiere el Departamento de Estado y los cuerpos de seguridad e inteligencia de los EEUU. Esto último tiene sus riesgos: para el stablisment puede entenderse esa acción como un peligro para los intereses del coloso del norte y pudiera presentarse una situación de inestabilidad y confabulación política, tales como las que sufrió John F. Kennedy en la década de los 60 y que terminó con su asesinato.

La posibilidad de un trato directo con personajes como Raúl Castro o el propio presidente Chávez quedan abiertos, sí tomamos como ciertas las aseveraciones formuladas por Obama en la campaña. Una visita a Cuba o Venezuela como parte de una agenda inicial puede constituir una sorpresa para el estilo diplomático de los EEUU y puede servir de base para contextualizar una relación menos conflictiva. Lo que afirmamos es que no creemos, ni confiamos en que la subida al poder de Obama signifique un cambio radical ni de la política, ni los intereses de EEUU en la zona; puede significar un trato menos confrontacional y más directo pero jamás de mayor coincidencia entre las posturas nacionalistas de los Presidentes Latinoamericanos y los propios planteamientos provenientes de los EEUU.

Finalmente, el triunfo de Obama puede traducirse en un rescate de lo político como ejercicio de virtud cívica y de reconocimiento de la diferencia. El hecho que el propio Obama sea asumido como una representación de minorías tradicionalmente maltratadas es una esperanza que debe ser considerada. Ya veremos lo que sucede, cómo sea se abre una compuerta de análisis y expectativas muy significativas para la interpretación política de la realidad.

Dr. Juan Eduardo Romero

Historiador

05/11/2008

Juane1208@gmail.com

El Pacto de Punto Fijo

En estos tiempos de convulsión democrática que experimenta Venezuela, hay un conjunto de historiadores e investigadores - cuya reputación académica no pongo en duda- que manejan la tesis de la exaltación del Pacto de Punto Fijo como modelo político de convivencia democrática. Sobre esa tesis planteo algunos elementos que sirvan, desde la teoría política, para la discusión.

En 1er lugar, el Pacto es un instrumento que se plantea en términos de una antropología de poder, es decir como un mecanismo a través del cual los factores asociados a la representación social del poder (grupos económicos, actores políticos, medios, fuerzas armadas) se aseguran una relación pura-coincidencia con la que preservan sus intereses y evitan al máximo la confrontación. Desde esta óptica no hay duda de la ubicación del Pacto de Punto Fijo en la búsqueda de asegurar la convivencia entre factores de poder que lo anhelaban desde el año 1941 cuando se crea Acción Democrática (AD). En 2do lugar, sí aceptamos que el pacto es un esfuerzo democrático por qué se produce la exclusión del Partido Comunista de Venezuela (PCV). Se alega que tarde o temprano el PCV atentaría contra la propia democracia. Evidentemente, las resoluciones del Comité Central del PCV así lo demostraron, pero muy posterior a la fecha en que se firmó el Pacto.. Sin duda, las circunstancias generadas e impulsadas por las ambiciones de poder de Jóvito Villalba, Rómulo Betancourt y Rafael Caldera hacían imposibles unas relaciones pacíficas con los “pacos” o comunistas como eran denominados por Betancourt.

Históricamente, las posiciones y acciones del PCV generó un distanciamiento teórico y político con las propuestas de acción de quienes serían los líderes de URD, AD y COPEI. Se trata de un ejercicio de historia crítica que debe generar un análisis más allá de los lugares comunes. Sí pensamos que la dinámica de provocación que impulsó Rómulo Betancourt para evitar un candidato de unidad en las 1eras elecciones libres después del derrocamiento de Pérez Jiménez, nos encontraremos que esas maniobras impulsaron el aislamiento del PCV y estos cayeron en la provocación de Rómulo, tal como cayeron en la provocación de Chávez los trabajadores de PDVSA y los militares de la Plaza Altamira. No debemos olvidar que los actos de provocación buscan generar en el otro una reacción mayor que impulse o incremente la conflictividad. En este sentido, las acciones de aislamiento del PCV fueron efectivas y la forma del Pacto asumió una representación profundamente excluyente en nombre de la libertad.

En 3er lugar, la instrumentación del Pacto, asume la idea de la democracia liberal, en el sentido que se otorga el derecho al voto pero no el derecho de acceso a la representación directa. Es decir, se reconoce la universalización del voto, pero no la universalización de la participación en la estructura de poder público. Los representantes deben actuar a favor de los representados. Estos últimos quedan fuera del juego político y subsumidos a sus intereses, que se asumen deben ser manifestados no directamente por los propios representados, si no por sus representantes. Este modelo es clásicamente liberal y contrapuesto con mecanismos de democracia directa que después han sido plasmados constitucionalmente.

Cuando este conjunto de historiadores, a quienes respeto, pero adverso académicamente, se dedican a relanzar las “glorias de Punto Fijo”, no hacen más que adelantar una estrategia de relegitimación de un discurso y una práctica política que ya está en desuso. La base de la discusión democrática no es la construcción del consenso, como se planteaba en las tesis políticas de los años 50 y 60, se trata hoy del manejo de la diferencia y el disenso, y ello pasa por aceptar su propia existencia. Asumir como se hace que la naturaleza humana se basa en el acuerdo es ir en contra corriente. Lo natural, lo obvio es la diferencia. Debemos aprender a vivir con ella. Por eso mecanismos como los derivados del Pacto de Punto Fijo son – o fueron- una anomalía histórica que hoy resulta imposible reconstruir. Es imposible, pues los niveles de militancia política no son los mismos. Las estructuras políticas que le dieron origen – AD, COPEI y URD- eran muy activas en ese entonces; hoy no lo son. Los nuevos partidos UNT, Primero Justicias y otros no tienen esa capacidad. Por otra parte, las condiciones de burocratismo y clientelismo que facilitaron su pervivencia, hoy no son posibles de aplicar y con ello queda desechada la convivencia pacífica basada en la explotación de la renta petrolera.

El balance no es totalmente positivo después de 50 años. El Pacto remitió o más bien sumió a la sociedad civil en un letargo y adormecimiento que costó muchísimo, hablando desde la lógica de la participación. El pacto no permitió la profundización de la democracia, como hacer juntos entre diversos y retraso el proceso de reconocimiento social de los excluidos. El Pacto facilitó un proceso de cooptación y corporativismo que impulso un enorme daño en el funcionamiento socio-político venezolano. Por ello creo que sólo en un punto tienen razón esos historiadores que impulsan la exaltación del Pacto de Punto Fijo: en que debe ser cuidadosamente revisado sus consecuencias. El Pacto arrojó una mácula de perversión sobre la clase política que aun hoy observamos, en eso debemos ser contundentes. Intentar exaltarlo es retrotraernos al pasado, y eso es ahistórico.

Dr. Juan Eduardo Romero

Historiador

Juane1208@gmail.com

01/11/2008

domingo, 28 de septiembre de 2008

Chávez y las Zonas de Defensa y Seguridad Integral


Chávez y las Zonas de Defensa y Seguridad

 

            Cuando Chávez anunció en agosto de este año, la nueva ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (LOFANB), se produjo un gran revuelo por la “militarización” de la sociedad civil y la politización del estamento militar. Ese planteamiento resulta falaz y fútil en su contenido. Cuando hablamos de militarización nos referimos lo entendemos como un movimiento social que puede llegar a constituir un régimen político, en el cual los militares, sobrepasando los límites de su función, transforman los valores y las actitudes que les son propias, convirtiéndolas, elevándolas al ápice de la jerarquía categorial, en una filosofía y hasta en una Razón de Estado.

            En esos términos se trata de una sociedad que gira alrededor de la idea o representación que tienen los militares de la realidad. Nada más lejano de lo que realmente ocurre. Sin embargo, esa discusión manejada en la agenda pública que se presenta en los medios de comunicación, no dejó percibir la importancia geoestratégica que contenía la LOFANB.

            Uno de los aspectos claves en esta Ley, es lo referente al planteamiento geopolítico. Históricamente nosotros habíamos mantenido una posición subsumida en los intereses estratégicos de los EEUU, producto de la aplicación de la denominada Doctrina Monroe y sus consecuencias desde el punto de vista militar. Quizás la única excepción viene dada por la convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá en 1826 por parte de Simón Bolívar, pero de resto – y sobre todo después de la II Gran Guerra (1939-1945)- nuestro país mantuvo un poderío militar basado en el apoyo y sostenimiento norteamericano a cambio de la sumisión doctrinaria. Eso se tradujo en un desdoblamiento de los lindes fronterizos y los espacios marítimos con su consecuente pérdida de soberanía. Es esa una contundente realidad que fue planteada en la Reforma Constitucional mediante la modificación de los Artículos 11 y 16 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV). Chávez entendió que era necesario replantearse en el contexto geoestratégico mundial la posición de los lindes fronterizos aunado a la socialización del tema de la seguridad y defensa, más allá de una óptica meramente militar. Por ello la LOFANB señala que el problema de la Seguridad es un hecho de co- responsabilidad entre militares y civiles; para ello implementa las Zonas de Defensa Integral Estratégicas que son planteadas en el Art.24 de la ley.

            Las Zonas de Defensa Integral, son entendidas como un espacio del territorio con características geoestratégicas, y se establecen según la Gaceta Oficial N° 39.016 del 15 de septiembre del presente año cinco (5): 1) la región occidental (Falcón, Lara, Zulia, Táchira, Trujillo y Mérida), 2) región los Llanos (Guárico, Cojedes, Apure, Barinas y Apure), 3) región oriental (Anzoátegui, Monagas, Nueva Esparta y Sucre), 4) región Guayana (Amazonas, Delta Amacuro y Bolívar) y 5) región central (Miranda, Vargas, Carabobo, Aragua, Yaracuy y el Distrito Metropolitano). Esas zonas son claves para la explotación y control de fuentes de agua, recursos de bioma, petróleo, minerales estratégicos entre otras cosas. Sin embargo, deja por fuera todo lo referente a los espacios marítimos donde tenemos 550.000 Km2 en el frente Caribeño y 300.000 Km2 en el frente Atlántico. Creemos que eso representa una debilidad geoestratégica terrible pues sigue dejando indefenso el espacio marítimo, más aun cuando ha sido reactivada la IV Flota norteamericana cuyo espacio de acción es precisamente esa zona.

            El Caribe y el Atlántico son dos frentes claves para el desarrollo de nuestra geoestrategia de seguridad pues incluyen recursos marítimos, de flora y fauna, aunado a las reservas gasíferas que tenemos en la frontera marítima con Trinidad y Tobago. No obstante, más importante aun es la posibilidad que tenemos de ejercer plena soberanía sobre un amplio espacio (más de 850.000 Km2) que hasta ahora se han mantenido totalmente desguarnecidos.

            Hemos planteado ante miembros de la Asamblea Nacional esta observación y esperamos que sea sometida a consideración, dada la significación que tiene para una prospectiva de seguridad y defensa de Venezuela. Asimismo, eso implicaría una articulación de las autoridades civiles y militares para permitir que esos lindes marítimos puedan alcanzar su plena potencialidad y entren en la dinámica de integración económica que se da en el Gran Caribe, pues como se recordará aparte de Margarita, ninguna de las islas, islotes, archipiélagos que tenemos ahí (más de 180) están consolidados desde el punto de vista social, territorial y económico. Esperamos poder corregir esa situación.

 

Dr. Juan Eduardo Romero

Juane1208@gmail.com

28/09/2008

jueves, 18 de septiembre de 2008

La situación socio- política en Venezuela

La situación socio- política en Venezuela (agosto- septiembre 2008)

Esta etapa en el gobierno de Chávez es de mucha complejidad. Por una parte, para el desarrollo mismo de la democracia en el país y por la otra para las fuerzas políticas y sociales que se mediran electoralmente. Para la democracia, por el hecho que la elección directa de los representantes a los cargos populares por parte del PSUV, coloca a la oposición en la disyuntiva de emular en lo inmediato esa acción. No hacerlo, refelejaría una resistencia a la profundización de la democracia y los sometería de nuevo a la volatilidad en la que se han visto inmersos para concretar las "candidaturas unitarias" en los diversos estados del país. El gran reto de la democracia en Venezuela, esta relacionado con la consolidación en este proceso de repolitización de la sociedad, discurriendo entre el resurgir de los partidos políticos o la maduración del carácter político de la sociedad organizada. 

Por otra parte, las fuerzas políticas y sociales deben realizar una escogencia. Esa escogencia está marcada entre la coexistencia recíproca y tolerante, o la permanente confrontación con sus derivados violentos. La develación de un plan de desestabilización y magnicidio, más allá de las posiciones encontradas, señala que aun perviven sectores que no entienden que en democracia la imposición voluntaria electoral es una forma de resolución de conflictos. Tampoco se llega a comprender que esa imposición no debe significar sometimiento del "otro" que no resultó favorecido. Se trata de rearticular, de resemantizar la política, entendida como un hacer juntos entre diversos. Para ello es necesario, es obligatorio, restituir los cauces institucionales provistos tanto por las organizaciones políticas como por la misma actividad participante de los ciudadanos. Hacerlo, es darnos la oportunidad de entendernos en la diversidad.

Veo con preocupación, como hasta ahora se ha banalizado la campaña electoral. Es necesario debatir acerca de la oferta electoral de los candidatos. No se trata de afirmar como se ha hecho, que es el momento de salir de Chávez. Tampoco se trata de indicar que "vienen por Chávez después de noviembre". Debemos reflexionar sobre las implicaciones del modelo socio- político plasmado en la Constitución de la República, aprobada en 1999. Nos guste o no, es ese el Contrato Social vigente entre los venezolanos. No podemos tener una Constitución hecha a la medida del gusto o pareceres de cada uno de nosotros. La Constitución es una estructura normativa que refleja relaciones de poder y una dinámica socio- política moderna. Acogernos a ella es nuestra prioridad. podemos sí señalar o llamar la atención acerca de lo que puedan considerarse desviaciones en su aplicación. Para ello hay mecanismos jurídicos establecidos en ella. Es decir, hay salidas institucionales. Su existencia no justifica, bajo ninguna razón, intentos violentos de alteración del orden político. Las reglas del juego político son claras. Quizás se pueda estar descontento con su aplicación, pero siguen existiendo  opciones para desenvolverse.La coyuntura crítica en la que nos encontramos señala algunos retos para el gobierno y la oposición. 

Para el gobierno se trata de no perder buena parte del espacio político que han logrado ocupar en casi 10 años de ejercicio del poder. Esas 18 gobernaciones obtenidas no pueden mantenerse - hablando políticamente- es seguro que logren sostener su representación en 11 0 12 de esas gobernaciones como máximo. Ello seria una lección de gobierno para el chavismo, o algunos sectores de este, que no ha comprendido la necesidad de mantener la eficacia y eficiencia como condición sine qua non para la gobernabilidad. En el caso de la oposición, la situación es más compleja. No han logrado pasar del discurso "hay que salir de Chávez". La futilidad de sus planteamientos ha atentado contra sus posibilidades políticas. Sin embargo, han logrado construir una relación medianamente homógenea en torno a sus candidaturas, pero carente de una propuesta de acción política. Tienen que entender que es necesario construir una propuesta alternativa, no sólo para competir con el chavismo, si no para generar mayor democracia al ofrecer alternativas de poder.

A nivel internacional también es crítica la situación. La próxima elección de los EEUU, ha hecho que arrecie las acciones radicales hacia Venezuela. El candidato republicano, John McCain, como buen representante de los intereses norteamericanos tiene que satanizar - aun más- al gobierno de Chávez. Para ello ha escogido el tema narcotráfico y guerrilla. Sectores internos se han aliado a esta opción y no ven el peligro que representa dejar abierto esa compuerta al lobby de intereses de los EEUU. eso no significa que desconozcamos que existen vinculaciones en la Guardia nacional con el narcotráfico, pero esas mismas vinculaciones existen también entre sectores de seguridad en los propios EEUU y nadie las denuncia. El tema de trasfondo es la energía y la incomodidad de la política nacionalista de Chávez. La reducción de las reservas probadas de las trasnacionales petroleras y la confirmación de la magnitud de las reservas de Venezuela, vuelve la mirada hacia nuestro país. Geopolíticamente, la no alineación de Chávez y la réplica de su actitud en toda Latinoamérica, es peligrosa para los intereses de los EEUU y ello se traduce en una ansia de intervención que puede resultar muy peligrosa. Esa intervención no sería, tal como dice el chavismo, a través de una invasión. Más bien se trata de señalar a Venezuela como un Estado Forajido, figura del derecho internacional ligada a la violación de derechos humanos, convenios y regulaciones del derecho Público Internacional. Al declarar a nuestro país forajido, se abre la puerta para sanciones políticas, financieras y administrativas que serían terribles para el desarrollo económico del país. Por eso la campaña de acusaciones contra Venezuela y funcionarios de Estado, buscando establecer una asociación con el narcotráfico, la guerrilla y el terrorismo. 

Acá, no se trata de apoyar a Chávez. Se trata de entender el trasfondo de la estrategia norteamericana para obtener control sobre las reservas estratégicas de petróleo. Sí se quiere ser duro con el chavismo, hay que insistir en que cumpla con el proyecto de estado vertido en la Constitución, sin caer en dogmatismo o extremismos. Por eso señalo que el momento que se experimenta es clave para el futuro de la democracia en nuestro país-

miércoles, 10 de septiembre de 2008

LAS 3 ERRES DE CHÁVEZ

            LAS 3 ERRES DE CHÁVEZ

 

            El anuncio que hizo Chávez en el Aló presidente del domingo 06 de enero, debe ser visto con una lectura múltiple. En primer lugar, es el resultado de los efectos de la primera derrota política contundente que ha sufrido, desde que llegó al poder en diciembre de 1998. El rechazo manifestado al proyecto de Reforma Constitucional refleja como buena parte de los más de 7 millones de votos que obtuvo en diciembre de 2006, mostraron actitudes muy conservadoras en torno a los denominados valores socialistas.

            En segundo lugar, el anuncio responde a la necesidad de reposicionar las fuerzas políticas que lo han apoyado en estos casi 10 años de gestión. La propia dinámica socio- política que ha implementado, sobre todo a partir de la relegitimación de los poderes efectuadas en julio del año 2000, ha generado una progresiva depuración de los diversos sectores que conforman el chavismo, esta depuración ha tenido un doble efecto. Por un lado, ha cohesionado sus fuerzas hacia lo interno, permitiendo identificar los elementos más cercanos a su postura política, pero por otra parte, las fuerzas políticas que en un momento lo habían apoyado al dejar de hacerlo han pasado a constituirse en elementos fuertes en la conformación de la oposición.

            En tercer lugar, Chávez está haciendo una lectura sui generis de los planteamientos de Antonio Gramsci sobre la construcción de un bloque histórico. Esta construcción implica unas alianzas de clases, en un sentido amplio, de forma tal que logre el convencimiento de sectores heterogéneos de la sociedad venezolana en torno a un compromiso con el proyecto de país. Este proceso tiene sus riesgos. Sí, no viene acompañada esta nueva etapa por una profundización del debate ideológico, que a decir verdad, ha estado ausente en lo interno del chavismo, se puede derivar en un proceso de endulcoramiento ideológico que produzca una migración de la preferencia electoral que hasta ahora había capitalizado Chávez.

            No hay duda, que el planteamiento en torno a la revisión, la rectificación y el reimpulso (las 3 erres) establecido por Chávez busca la consolidación del chavismo como un  factor hegemónico. Chávez en la etapa 1999-2006 completó el proceso de desplazamiento de los factores políticos opuestos a su oferta electoral, pero el crecimiento aritmético que experimentó en el lapso 2000-2006 se vio estancado en esta aventura política de la reforma. El mismo presidente comentó la falsa percepción que tuvo del momento, o más bien de la oportunidad política para lanzar el ajuste ideológico hacia el socialismo del siglo XXI. Creo que sí pretende avanzar en este debate ideológico un buen comienzo seria la adecuada discusión acerca de las particularidades del planteamiento. Los recién conformados batallones electorales – las antiguas unidades de batalla electoral (ube)- deben empezar por generar una discusión profunda de las bases del pensamiento clásico marxista. Aplicando las tesis de Gramsci, el PSUV que es más un partido de masas que de cuadros, debe ser capaz de motorizar la conformación de un bloque histórico que incluya otros sectores, no necesariamente comprometidos en esta etapa de debate, pero que sí puedan compartir ciertos valores definitorios de esa idea de socialismo a la venezolana, marcada por la solidaridad, el compromiso ético y la eficiencia.

            La revisión pasa por los mecanismos institucionales de desarrollo político. Una de las lecciones del 2-D es que la maquinaria burocrática del chavismo hizo mucho daño, en cuanto su estancamiento al momento de generar respuestas políticas. En este sentido, revisión y rectificación están acompañados, pues la otra lección del 2-D es que hay cerca de 3 millones de votantes del chavismo que son susceptibles de migrar hacia donde mejor sople el viento, y evitarlo – para el chavismo- pasa por mantener las expectativas de mejora en la calidad de vida de los venezolanos y no hay duda, que el actual estado de inercia del aparato burocrático no ayuda a esto.

            De nada vale mantener un crecimiento económico sostenido, sí esté no viene acompañado por la eficacia al momento de la administración. El reimpulso estará marcado entonces por el establecimiento de una práctica ideológica que acompañe el tan anunciado proceso de cambio y eso se traduce en manejos más pulcros en la resolución de las necesidades del ciudadano promedio. Las 3 erres, se traducen en una oportunidad para retormar el proceso de consolidación de las expectativas que le han permitido capitalizar las preferencias del voto del elector. No avanzar en el fortalecimiento organizacional en el transcurso de este año, puede traducirse en una posibilidad de derrota política en las elecciones para alcaldes y gobernadores. No hay duda, que la situación del chavismo es difícil pues tiene que lidiar  con dos dinámicas paralelas: la organización de sus fuerzas en torno al PSUV y el compromiso de actuar eficazmente ante las necesidades de sus electores y adeptos políticos, todo es un espacio muy corto de maniobra política que comienza ya y termina con las elecciones. La oportunidad es clara, pero el riesgo si no se asume con seriedad el debate es mucho.

            Sí Chávez desarrolla la tesis de Gramsci de construcción de un Bloque Histórico, asegura su hegemonía más allá del 2012, de lo contrario puede acelerar la migración de un voto que demostró el 2-D no estar comprometido ideológicamente con sus propuestas.

 

Dr. Juan Eduardo Romero

Historiador

Juane1208@gmail.com

Los retos del chavismo para el 2008

Los retos del chavismo para el 2008

 

            No hay que tomar a la ligera los resultados electorales del pasado 2-D. Hemos afirmado que los casi 3 millones de votos de diferencia entre el 2006-2007, indican que el chavismo tiene una base electoral dura de cerca de 4.300.000 votos. Eso es una ventaja estratégica que debe ser usada como tal, pero al mismo tiempo debe generarse una profunda reflexión sobre la forma en que ha sido divulgado el contenido ideológico en torno al Socialismo del Siglo XXI.

            Cuando Chávez triunfa el 06-D del 2006, inmediatamente afirma que quienes votaron por él lo hicieron por el socialismo. Comenzó un planteamiento muy general sobre la naturaleza de ese socialismo, sin que existiera por parte de los funcionarios del partido (MVR. PPT. PCV) o del Estado (Gobernadores, Alcaldes, Diputados, Concejales) un debate epistemológico profundo que distanciara  está propuesta de la natural asociación con el socialismo real soviético o cubano. Esa falla, tendría sus efectos contundentes en este ejercicio electoral.

            Es este compromiso, de comenzar el debate ideológico con seriedad el primer reto para el chavismo. Cuando hablo de comenzar, es que considero que aparte de las alocuciones realizadas por el propio Chávez no ha existido un debate con seriedad hasta el momento. Ello conlleva revisar la estructura de funcionamiento del PSUV, desde la dinámica de nombramiento de la estructura como  las funciones y formas de afiliación que ha adelantado. Esta debe ser una primera acción de carácter inmediato. No se explica como un partido que se ufana de tener cerca de 5.400.000 aspirantes a militantes inscritos, llega a obtener en un ejercicio electoral sólo 4.300.000. Sin duda, en sus filas hay más de 1 millón de inscritos por simple conveniencia o miedo a una nueva lista Tascón.

            En una lectura fatua, se afirmaría que este comportamiento forma parte de la cultura política del venezolano. Es el típico comportamiento del que se “anota a ganador”. Sin embargo, a pesar de aceptar ese comportamiento cultural debo rechazarlo categóricamente. Un partido moderno – y eso pretende ser el PSUV-  debe incidir en un proceso de formación ideológica y política que lleva su tiempo. Es cierto que hay un camino adelantado: la creciente politización ciudadana del venezolano en los años recientes, que han manifestado su decisión de movilizarse. Sin embargo, no debe confundirse ganas de movilizarse con preparación política. Movilizarse es un acto emotivo, producto muchas veces de la reproducción de una conducta o la emulación de comportamientos o acciones colectivas, pero cuando hablamos de preparación política se habla de coherencia organizativa, compromiso ideológico y responsabilidad institucional. Nada de eso se observó en el ejercicio electoral del 2-D, por lo menos de parte de las fuerzas chavistas.

            El segundo reto, pasa por desarrollar una rearticulación de los marcos interpretativos que habían servido para movilizar a millones de ciudadanos desde 1998. Cuando se estudia el comportamiento electoral del chavismo, se observa que hubo un progresivo crecimiento a partir del año 2004, producto del “efecto misiones”. Ese efecto parece haber disminuido en su eficacia motivado a uno de los males del socialismo real: el burocratismo. Este es un subpunto del 2do reto: revisar la estructura de respuesta social y los marcos de movilización que impulsarón a las misiones y que parecen haberse “fosilizado” el 2-D.

            En tercer lugar, el manejo que tuvieron los medios oficiales, los funcionarios distó de ser efectivo, en términos de reducción de la dispersión que pudiera causar la propaganda en contra. Se ha dicho que el bombardeo de los medios hizo daño, pero yo me pregunto: ¿ es que en algún momento ese bombardeo ha dejado de ser frecuente desde 1999? ¿ No será que la capacidad de respuesta en esta ocasión fue reducida a su mínima expresión?. De ser así, debe exigirse una responsabilidad en los órganos de propaganda política del chavismo.

            En cuarto lugar, hay que rearticular la vinculación con los liderazgos regionales y locales. Buena parte de lo que paso, duélale al chavista más recalcitrante, tiene que ver con una natural reacción de no intervención de buena parte de los alcaldes, gobernadores y concejales, que vieron sus apetencias de continuidad reducidas a cero cuando sólo el comandante aseguró la reelección como propuesta constitucional. Hay ahí un ejercicio de crítica que el propio presidente debe asumir y restituir esos lazos que existen, pero se han visto afectados por las tendencias internas que subsisten.

            En quinto lugar, hay que repensar el ritmo de la ejecución del partido único. Un proceso de construcción de una unidad revolucionaria no debe ser objeto de un “decreto”, debe ser producto de un proceso de maduración que acá no existió. La imposición del ritmo de construcción del partido, fue asfixiante y casi coactivo, y ello explica que la maquinaria electoral – que había sido efectiva antes- no funcionará como debía. En fin de cuentas,  tal como lo entienden los chinos, la crisis representa dos cosas: un agotamiento pero también una oportunidad. El chavismo, experimentó un agotamiento de su caudal electoral – en este momento- pero tiene la oportunidad de recuperarlo, dependiendo de su capacidad de autocrítica y corrección. Veremos que ocurre.

 

Dr. Juan E, Romero

Historiador/profesor universitario

Juane1208@gmail.com

ANÁLISIS CRÍTICO SOBRE EL 2 DE DICIEMBRE

ANÁLISIS CRÍTICO SOBRE EL 2 DE DICIEMBRE

 

            El proceso electoral que vivimos el pasado 2 de diciembre, genera varias reflexiones sobre la realidad socio- política venezolana. En primer lugar, la naturaleza de la campaña electoral fue especialmente dinámica y contradictoria. Se estructuró sobre dos ejes: el miedo y el cambio ideológico. El miedo como estrategia de la oposición fue efectiva, se escogió recurrir a los valores culturales sobre la libertad, la propiedad y la venezolanidad, que fueron antepuestos a los planteamientos ideológicos de construcción del socialismo.

            El cambio ideológico, por su parte, recurrió a la estrategia de la solidaridad y el compromiso social, no obstante esto, el manejo realizado distó mucho de ser efectivo, dejando espacios para que el Bloque del No creara dudas y temores sobre el impacto del proceso de cambio. En este sentido, los que apoyaron el Sí no fueron capaces de crear intersubjetividades eficaces en el convencimiento de la gente y su necesaria movilización para votar.

            En segundo lugar, los resultados numéricamente hablando fueron sorprendentes. Ello es así pues en ningún otro proceso electoral la abstención había afectado a las fuerzas del chavismo. ¿Qué paso para que por primera vez fuera afectado?. La respuesta es múltiple. Hay una primera aproximación, derivada del total de la votación de Chávez, sobre todo sí se hace análisis electoral comparado. El chavismo ha obtenido 3.673.685, 3.757.773, 5.800.629, 7.309.080, 4.379.392 y 4.335.136, respectivamente en las elecciones de 1998, 2000, 2004, 2006 y las opciones A y B en el 2007. Cómo se observa, entre el 2004 y el 2006 se experimentó un crecimiento significativo de la votación que se vio reducido drásticamente en estas elecciones. Creemos que el miedo al cambio institucional propuesto lo explica. Sin embargo, acompañando al miedo se debe señalar dos factores adicionales: 1) la disputa por el liderazgo en el PSUV y 2) las debilidades organizativas. Con respecto al primer factor, la coincidencia o yuxtaposición entre la elección de los voceros y comisionados con la propuesta de Reforma produjo una dispersión de esfuerzos terribles. En relación al segundo factor, el PSUV demostró que la autodisolución de las demás organizaciones políticas que durante 11 procesos electorales habían sido efectivas fue un error; que todavía no ha sido  capaz de articular en lo interno la capacidad de movilización que demostraron en esos eventos electorales.

            Hay, por otra parte, otra explicación sociopolítica del fenómeno de la abstención: el cansancio electoral. La realización de tantos ejercicios electorales puede haber incidido en el resurgimiento de un sentimiento antipolítico, o puede haberse producido una mezcla entre el sentimiento de cansancio y el miedo a los cambios, que en sí es una resistencia ideológica. Eso serviría para explicar por qué el chavismo perdió (pues no se pronunció) 2.973.944 votos entre diciembre de 2006 a diciembre 2007. Ahora bien, del total de votos sacados por el chavismo, se desprende que cuenta con una base dura de votos de más de 4 millones de electores, es decir, ese es el número de comprometidos ideológicamente.

            De esa cifra se desprende, que dentro del PSUV hay cerca de 1 millón de inscritos que están ahí simplemente por anotarse a ganador o en el peor de los casos, por temor a los efectos de una lista Tazcón. La enseñanza, tanto para el chavismo como para quienes se le oponen, es que hay cerca de 3 millones de electores, que son claves al momento de decidir un triunfo electoral, y que hasta ahora se han inclinado por el liderazgo carismático de Chávez, pero que el 2-D demostró sus resistencias o reticencias al cambio drástico.

            En tercer lugar, la institucionalidad democrática venezolana salió fortalecida pues el resultado se traduce en el comienzo del fin de la transición política iniciada en 1998. Ello es así, por que al salir a defender la oposición a Chávez, la Constitución de 1999 se hizo coparticipe del Proyecto de país contenido en ella y que ha sido la base de acción del presidente de la república hasta ahora. Asimismo, los compromete con los mecanismos institucionales de expresión del voto a través del CNE, como órgano rector. Para la oposición, se trata ahora de construir una base propositiva que logre atraer a ese chavismo no radical que se pronunció en el 2006 por el mantenimiento de Chávez en la presidencia, de forma tal que el compromiso de acción política es enorme tanto para las fuerzas políticas que apoyan lo apoyan como para quienes lo adversan.

            Se trata de cómo el chavismo radical - que atemorizó con la propuesta de cambio a los simpatizantes no comprometidos ideológicamente- logra rearticular las preferencias hacia el liderazgo carismático de Chávez o se arriesga  -sí no rectifica o calibra la propuesta de cambio- a que emigre definitivamente esos casi 3 millones de votos hacia una oposición que pueda atraerlos sin radicalismo. Las cartas de la decisión política están echadas para el año 2008, año electoral y clave para responder a estas incógnitas.

 

Dr. Juan Eduardo Romero

historiador/ profesor universitario

juane1208@gmail.com   

            

LOS RETOS PARA LA OPOSICIÓN A CHÁVEZ EN EL 2008

LOS RETOS PARA LA OPOSICIÓN A CHÁVEZ EN EL 2008

 

            El triunfo de la oposición el 2-D debe ser administrado, en el sentido que tienen la oportunidad política que no tuvieron desde el ascenso de Chávez en diciembre de 1998. Una clave para el liderazgo político en esta sociedad de la telemática, es la capacidad de construir lo que Michell Foucault denominó un discurso que es dicho, es decir un discurso que por aceptación o rechazo es repetido, y que otorga al emisor la capacidad de imponer la agenda pública, es decir la agenda de discusión de una sociedad.

            Desde la llegada al poder de Chávez en los años finales del siglo XX, los partidos históricos (AD-COPEI-MAS), así como otros actores sociales (iglesia, medios de comunicación) no hicieron más que seguir los enunciados discursivos emitidos por el propio Chávez. Ello fue una constante, casi una ley general, en el comportamiento político entre 1999-2006, pero en este año 2007 comenzó a estructurarse un resquicio marcado por la dinámica de acción colectiva implementada por los estudiantes, que agregaron nuevas formas de movilización que abrieron un espacio – ayudado por los medios de comunicación social- que ha sido aprovechado para desestructurar la pretensión hegemónica del chavismo.

            La oposición debe entender, que la victoria expresada el 2-D, es más la conjunción de diversos factores que el producto propio de su esfuerzo, sin dejar de negar la perseverancia de sectores como Primero Justicia, en construir un discurso político que compita de tú a tú con el liderazgo carismático de Chávez. Esa victoria, se conformó sobre dos factores que supieron explotar: 1) el miedo al cambio ideológico, sobre todo al compararlo con los valores culturales del venezolano y 2) el cansancio electoral y el propio desgano del chavismo.

            El primer factor, fue magistralmente manejado por los técnicos en comunicación política de la oposición, haciendo hincapié en la asociación de la idea de socialismo con el modelo soviético o cubano. La posibilidad de asociar la propuesta del socialismo del siglo XXI con esos referentes sociales y políticos, generó un verdadero caos de resistencia en los naturalmente opuestos a Chávez, como en quienes lo apoyaron. Este accionar se vio favorecido por la incapacidad epistemológica del chavismo – los dirigentes del PSUV, los miembros del Comando Zamora- para desmontar los discursos políticos de la oposición. El acompañamiento por los medios de comunicación, no fue algo nuevo, de forma tal que el alegato que hemos venido escuchando de buena parte de la dirigencia chavista, es – por decir lo menos- fútil y vanal. Lo real es que la capacidad temática para defender una propuesta política fue anulada por sus propias carencias ideológicas.

            El segundo factor, fue clave para el triunfo de la oposición. El chavista que votó en diciembre de 2006 – por convicción o simpatía con Chávez- se inhibió en este ejercicio electoral, o en una menor medida se manifestó en contra. Una apreciación sobre ese desgano – lo hemos dicho en otras oportunidades- señala que cerca de 3 millones de simpatizantes del chavismo, que están ahí por una cultura política que los impulsa a “anotarse a ganador”, generando un comportamiento tránsfugo que les permite ser hoy chavistas cuando antes fueron adecos, copeyanos, urredistas, u otro espécimen político ya desaparecido o en peligro de extinción, pueden ser “captados” por un discurso político capaz de manejar referentes culturales que respondan a sus expectativas de vidas.

            La oposición puede intentar en este año 2008, aprovechar esa momentánea crisis de expectativas de los simpatizantes al chavismo para generar un discurso político que los atraiga hacia sus planteamientos. Ello pasaría por construir una proposición alternativa al propio chavismo pero dentro del marco de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV).

            Para lograrlo, creo que deben seguirse “llenando de calle”. Es decir, buscar competir en los propios espacios que el chavismo ha abierto en esta transición política iniciada en 1999. La dinámica de los consejos comunales, las mesas de aguas, energía y otras formas de asociación, es un espacio de competencia que al generarse beneficia la construcción de una ciudadanía más comprometida con el sentido de la participación social.

            El reto es múltiple para la oposición a Chávez. En primer lugar, el compromiso de la unidad política, pues hasta ahora han logrado mantener la precaria unidad planteada con la candidatura de Rosales en diciembre de 2006. En segundo lugar, es la posibilidad de definir una plataforma ideológica capaz de competir con el chavismo, en esto no han logrado avanzar seriamente y constituye su mayor reto para el 2008. En tercer lugar, el mantenimiento de una línea de acción constitucional y de respeto al juego democrático, que desista de la búsqueda de salidas violentas o de desobediencia civil, que puedan abrir un nuevo ciclo de protestas violentas, tal como el experimentado entre el 2001-2003. Finalmente, la soberbia que he observado en algunos sectores de la oposición que hablan de una eventual salida de Chávez, no hacen sino subestimar el liderazgo carismático y la capacidad de recuperación que tiene el presidente, creo ver venir una reacción de reconquista de esos sectores desencantados del chavismo y que nos hace vislumbrar un 2008 marcado por emisiones discursivas que compiten por ese electorado clave, con ofertas electorales que buscan fijar las preferencias de voto y con ello asegurarse espacios de participación política esenciales para construir una hegemonía en el sentido gramsciano. El 2008 nos dirá quién tuvo mayor capacidad, sí el chavismo o la oposición. Estaremos atentos.

 

Dr. Juan Eduardo Romero

Historiador

Juane1208@gmail.com

viernes, 5 de septiembre de 2008

Venezuela, Ecuador y Bolivia: el efecto de los movimientos sociales

Venezuela, Ecuador y Bolivia: el efecto de los movimientos sociales

 

Lo que sucede en América Latina, con este aparente resurgir de la izquierda histórica, debe ser visto desde la óptica de las prácticas disruptivas de los movimientos sociales. Nos referimos a que las formas preponderantes de los modelos democráticos en latinoamérica, sustentados como estuvieron entre los años 60 y 90 del pasado siglo XX, sobre los partidos políticos falló rotundamente.

Los supuestos sobre los que debió construirse el accionar de los partidos políticos en Sudamérica (Colorado, demócratas cristianos, AD, Liberal, Conservador, peronista, por sólo nombrar algunos casos), la respuesta social, la capacidad de cohesión colectiva, la intermediación con las estructuras del Estado Nacional; todas ellas fracasaron y generaron una desbandada de los ciudadanos hacia su confianza en los partidos.

Esa huida ciudadana, acompañada como estuvo de acciones disruptivas - entendidas como formas de protesta y reto al status quo- impulsó la antipolítica  como expresión de la cultura política en todo el contexto espacial sudamericano. Con ello, se potenció formas de articulación social más allá de los espacios institucionalizados canalizados por y desde el partido político. La oportunidad política brindada a los movimientos sociales permitió el surgimiento de un descontento y desconfianza generalizada sobre la capacidad del liderazgo democrático surgido desde los partidos, para solucionar la crisis de expectativas de los ciudadanos. Por ello, acciones como la adelantada por los carapintadas en Argentina o las propiciadas por el propio Chávez, en Venezuela, durante 1992, no fueron percibidas negativamente, por lo menos no tanto considerando que pusieron en riesgo el sistema político en ambos países.

¿ Cómo entender esto? la respuesta debe ser múltiple. Por una parte las denominadas reformas de 1era generación, que derivaron en un agresivo proceso de privatización en toda latinoamérca, disminuyó la calidad de vida del ciudadano y minimizó la capacidad de intermediación del partido político, entre el ciudadano y el Estado. Ese espacio dejado libre por los partidos, aunado al descontento hacia las instituciones políticas, fue aprovechado para la articulación de movimientos sociales que reivindicaron la condición de ciudadanía social, entendida como reclamo para una mejor calidad de vida; aspecto esté que apareció lejano en el contexto privatizador de los años 90.

El retroceso electoral de los partidos históricos en toda Latinoamérica, debe ser vista como una manifestación del voto castigo contra la debilidad institucional de los partidos gobernantes y su endulcoramiento ideológico, que hizo posible la transformación del partido en un cascarón vacio y desvinculado de la realidad. En esas circunstancias, liderazgos carismáticos como el de Chávez, Menem, Fujimori, consiguieron un espacio para articularse como mecanismos colectivos de respuestas a la crisis de expectativas, generando movilización y apoyo a sus propuestas. Debemos eso sí, estar claros que el desenvolvimiento institucional no es igual para Fujimori, Menem o Chávez, sobre todo por aquello de tratar de encajarlos bajo la mirada conceptual del neopopulismo.

En este punto, hay que entender que los movimientos sociales exitosos en sus prácticas disruptivas, manejan lo que se denomina repertorios de protestas y acción que suelen ser emulados por otros movimientos sociales. Eso explica por qué Chávez, al tener éxito en el desplazamiento de  los actores tradicionales en Venezuela mediante la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) en 1999, adelantará una reingeniería institucional que procuró - y logró en gran medida- desplazar de los cargos de representación política a los actores tradicionales. Esa reingeniería institucional, ha sido emulada por Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador. No se trata de decir que son manipulados por Chávez, se trata que su accionar demostró la efectividad para los movimientos sociales del manejo de un discurso de ruptura con el viejo orden institucional y la posibilidad que tiene un discurso montado sobre la base del rescate de lo social, como tema de la agenda política.

El éxito de las misiones sociales en Venezuela, visto desde el tema de la incorporación de los excluidos ha sido emulado por parte de los demás presidentes, todo ello basado además en torno al planteamiento del nacionalismo petrolero. El hecho que el precio del barril de petróleo haya pasado de menos de 10 US$ por barril en 1998 a más de 100 US$ en este año, le da a Chávez, Morales y Correa una base de acción política que se traduce en una amenaza a los propios intereses de los grupos de poder en sus respectivos países.

No se trata de plantear que su accionar sea 100% correcto. Se trata de entender que responden a unas condiciones de cambio social que les ha permitido tener éxito electoralmente, al identificar a los electorados claves. Para Chávez, se trata de los estratos D y E, en condiciones de extrema pobreza que representaron el 82% del caudal electoral. Para Evo, se trató de las comunidades aymaras y quechuas, históricamente excluidas. Para Correa, se trató de los sectores sociales decepcionados con el retroceso del Estado Social. Todos ellos son casos evidentes de un accionar de los movimientos sociales, con marcos interpretativos que comparten elementos comunes: lucha contra la pobreza, el rescate de los político más allá de lo simplemente electoral, la incorporación de grupos de excluidos en la toma de decisiones públicas, el empoderamiento colectivo, la corresponsabilidad social, son sólo algunos de los temas.

Ahora bien, pensar que está reingeniería no produce resistencias es ilógico. Las primeras resistencias son internas. Los grupos de poder, que funcionan a través de redes de relaciones se resisten a ser desplazados. Internamente, se presenta la dificultad de la efectividad de las medidas colectivas tomadas por los respectivos líderes carismáticos y finalmente, se trata de la propia capacidad de diseñar una política pública transparente. Externamente, el reajuste institucional los enfrenta con los intereses económicos y geoestratégicos de las transnacionales y los propios intereses en la región de los EEUU. No se debe olvidar que Venezuela, Bolivia y Ecuador reúnen entre los tres (3) cerca del 12% de las reservas de petróleo del mundo, cerca del 6% de las reservas de gas, un aproximado de 3% de la reserva de bioma y cerca de un 5% de las reservas de agua potable. Todos ellos elementos estratégicos para el futuro de las naciones en el siglo XXI.

Los EEUU , han visto retroceder no sólo sus apoyos institucionales en buena parte del continente, además experimentan una grave situación económica derivada del hecho del enorme gasto energético que conlleva mantener movilizadas en situación de guerra a sus efectivos militares en Irak, Afganistán y otras partes del mundo. Estamos hablando que cada soldado movilizado gasta un promedio de 60 litros de gasolina diarios, Los EEUU tiene más de 184.000 en Irak, unos 85.000 en Afganistán y unos 33.000 más en otras partes del mundo. Todo ello se traduce en un gasto energético que supera los 15.000.000 de litros diarios, a un costo estimado cada litro de 1,20 US$. Se trata de una cifra que somete a una situación de inseguridad a todo el aparato institucional de los EEUU. Ante esto, gobiernos como el de Chávez, Evo y Correa resultan, por decir lo menos, molestos y de ahí las resistencias externas.

Todo esto nos permite entender la conflictividad actual y futura del área sudamericana en estos años. Pero debe ser objeto de una discusión seria, acerca de los modelos de democracia, el papel de los partidos y el accionar de la sociedad civil. De nuevo, es una oportunidad extraordinaria para el análisis de lo inmediato.

 

Dr. Juan E. Romero

La Universidad del Zulia

Historiador 27/08/2008 

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