lunes, 1 de diciembre de 2008

Hipótesis acerca del comportamiento electoral en el Zulia durante el 23_ Noviembre 2008

HIPÓTESIS ACERCA DEL COMPORTAMIENTO ELECTORAL EN EL ZULIA

El recientemente finalizado proceso comicial en Venezuela, adquiere unas particulares expresiones en el estado Zulia. El hecho mismo que nuestro estado represente más del 15% de la población inscrita en el registro electoral permanente (REP), aunado a la especial configuración geopolítica de la zona, por la presencia del elemento petróleo, las características de un espacio fronterizo y la vecindad con Colombia, donde se adelanta un agresivo plan contra la gobernabilidad de la región; son sólo algunos factores que hicieron centrar la atención en nuestra localidad.
Como si esa circunstancia no fuese suficiente, nos encontramos con la realidad que el Zulia es el asiento de la principal fuerza de oposición política a la gestión y acción de gobierno del presidente Hugo Chávez. Desde antes del año 2006, cuando el gobernador Manuel Rosales decidió lanzarse a la candidatura presidencial, el Zulia se había convertido en foco de perturbación para la pretendida hegemonía – en el sentido gramsciano del término- procurada por el extinto MVR. La gestión de Rosales, sin ser eficaz ni efectiva ha logrado adentrarse en la identidad cultural del zuliano, haciendo uso de la manipulación histórica. Tal como sucedió con Venancio Pulgar, en la 2da mitad del siglo XIX, Manuel Rosales ha mezclado identidad, historia, religiosidad y política. Ambos personajes – Rosales y Pulgar- han logrado que el ciudadano común, el hombre de pueblo se identifique con ellos, en parte esa construcción es una responsabilidad del escaso perfil revolucionario de las fuerzas del MVR – y del PSUV- en la región. Las constantes pugnacidades, las disidencias y resquemores entre los factores políticos cercanos al presidente Chávez, son una de las causas de ese comportamiento dispar. Ninguna organización puede lograr imponerse si no llega a tener coherencia interna, es lo que denominamos simetría bimodal.
En el caso del partido MVR (posteriormente PSUV) se mantiene una división y carencia organizativa que se reflejo en el hecho que los responsables de la direccionalidad de la campaña fueron incapaces de desmontar la matriz, inteligentemente construida por el comando de campaña de Manuel Rosales, que cuando se atacaba a este se atacaba al Zulia. La idea que Rosales representa el sentido autónomo del Zulia, ha sido constantemente trabajada por el equipo político del recientemente elegido alcalde de Maracaibo, y desde el MVR – primero- y el PSUV- después- se ha hecho muy poco para terminar con esa construcción. Habíamos advertido de esta debilidad en artículos publicados en la prensa regional – Diario Panorama- pero siempre hubo una actitud displicente por parte del comando de campaña y nunca fueron asumidas acciones para desmontar ese discurso.
El resultado fue evidente. El candidato Di Martino, que contaba con ciertas resistencias por parte de varios sectores dentro de los colectivos sociales cercanos al presidente en la región, no termino de “calar” en las preferencias del electorado zuliano. Sin embargo, no todo es culpa del comando de campaña, ni del candidato. Hay una responsabilidad de parte de quienes levantaron la estructura del PSUV en el Zulia. ¿Cómo entender el hecho que Lina Ron y Arias Cárdenas anunciaran que el PSUV tenía 850.000 militantes inscritos en el Zulia? ¿Dónde están esos votos?. Sí se saca una suma simple, se darán cuenta que el PSUV sólo alcanzó – individualmente- 583.000 votos. ¡Qué se hicieron los restantes casi 300.000 militantes? ¿Será que acaso Lina Ron y Arias manipularon el registro en función de apetencias personales? Sí efectivamente son militantes, con ese total se pudo ganar la gobernación, pero la realidad parece indicar que esas cifras no corresponden con militantes activos del PSUV. Cómo sea, las consecuencias de sus acciones no han sido evaluadas y deberían serlo, pues sin lugar a dudas tienen una 1era responsabilidad, que sí son – como dicen serlo- revolucionarios, deberían asumir.
Por otro lado, no debe dejar de tomarse en cuenta el hecho que el discurso político de Di Martino acerca de la gestión y las obras del gobierno en la región, estuvo ausente. Después de la presentación del programa de gobierno, desapareció la mención de las principales líneas de acción del gobierno nacional. Nunca se mostró la gestión pública, no se hablo del efecto de las misiones. De hecho esa ausencia de explicaciones nos permite comprender por qué Chávez tuvo que asumir el protagonismo de la campaña política en el Zulia, con el riesgo que eso significaba para su liderazgo político. Di Martino no marchó articulado con los candidatos a alcalde de los distintos municipios del estado Zulia. Eso demuestra el hecho de las votaciones en los municipios cuando comparamos el voto para alcalde y gobernador por el PSUV. Algunos ejemplos son contundentes. En el Zulia, de los 19 municipios a elegir alcaldes, en 15 de ellos el candidato a autoridad municipal sacó más votos que el candidato a gobernador. Eso contradice la lógica política que señala que el cargo de más importancia arrastra la intención de votos del electorado. Para muestra algunos datos:
• En Padilla, el candidato a alcalde obtuvo 3.878 votos, Di Martino 3.830
• En Baralt, el candidato a alcalde obtuvo 17.517 votos, Di Martino 17.415
• En Cabimas 60.785 vs 60.317
• En Francisco Javier Pulgar 6.414 vs 6.359
• En Jesús María Semprún 6.758 vs 6.160
• En el municipio Lagunillas, 35.114 vs 33.036
• En Machiques, 22758 vs 22.394
• En el municipio Mara, el alcalde obtuvo 42.082 y Di Martino 39.936
• En Santa Rita, 12.513 vs 11.799
• En Sucre 9.796 vs 9.746
• En Valmore Rodríguez 11.270 vs 11.101
• En Maracaibo – donde Di Martino fue alcalde durante 8 años- 222.419 vs 219.246.
• En Páez, 16.321 vs 15.248
• En Rosario de Perijá, 17.101 vs 17.237
• En San Francisco, 74.917 vs 74.149.

¿Cómo entender está votación? Inicialmente es fácil pensar en una traición de los candidatos a alcalde y en una confabulación de ellos contra el candidato a gobernador, sin embargo es ilógico pensar en una articulación de todos ellos en función de causar un perjuicio al candidato del PSUV; más bien pareciera estar ligada a la calidad misma del perfil social de Di Martino, pero sobre todo al hecho que su discurso no llego al colectivo organizado del PSUV. El silencio que mantuvo durante la campaña, evitó que el electorado militante del PSUV se identificara y atendiera el llamado que el propio presidente hizo para apoyar a Di Martino. Cualquier observador externo diría que el liderazgo de Chávez perdió fuerza, creo sin lugar a dudas que no se trata de ello. Se trata que los colectivos ejercieran el voto castigo hacia aquellos candidatos que no percibieron comprometidos con los lineamientos y planteamientos de Chávez; pero adicionalmente en el Zulia estuvo la incapacidad del comando de campaña y del propio candidato para movilizar a sectores de la clase media en apoyo a la candidatura de Di Martino. No hay duda que esta elección fue una muestra del efecto del voto de clase: en los sectores populares – o por lo menos en la mayoría de ellos- el PSUV obtuvo mayoría. Sin embargo, en el caso del municipio Maracaibo sectores populares como la parroquia Raúl Leoni – que había sido ganada por Di Martino en el 2004- o Carraciolo Parra Pérez se perdieron, mientras que los demás municipios que conforman el llamado “Maracaibo oeste”, el PSUV obtuvo mayoría (Francisco Eugenio Bustamante, San Isidro entre otros).
Asimismo hay que decir que parroquias populosas como Chiquinquira, Bolívar en pleno corazón de la ciudad puerto de Maracaibo, el chavismo resulto derrotado. Ello demuestra cierta penetración de la estructura organizativa de Un Nuevo Tiempo, aunada a una carencia total de conciencia ideológica de sectores organizados en esa zona; pero como sea no se debe negar que actuaron mejor que la estructura del PSUV y que el partido debe generar un plan de acción para atender esos espacios y recuperar poder, sobre la base de las organizaciones sociales.
Hay además que hacer el balance político- partidista en el Zulia. A pesar de estas críticas – que señalamos con toda responsabilidad, y estamos seguros que saldrá más de uno acusándonos de cualquier cosa- el comportamiento general del PSUV mejoró significativamente en el estado. El extinto MVR, en las pasadas elecciones del 2004 obtuvo un total de 210.479 votos. El 23-N, el PSUV paso a obtener – él sólo- 577.356 votos, es decir experimentó una ganancia neta de 366.877 votos, lo que porcentualmente se traduce en una ganancia del 183%. Comparado con UNT, que sigue siendo la 1era fuerza política del Zulia, el crecimiento del PSUV es mayoritario. UNT obtuvo en el 2004 un total de 303.581, ahora pasó a tener 587.400, un crecimiento de 283.819, algo así como un 82% de crecimiento. Entre UNT y el PSUV hay sólo una diferencia de votos de poco más de 10.000 votos (para ser exactos 10.044), que en definitiva señala que a pesar de la derrota el crecimiento organizativo del PSUV es mayoritario en relación a la capacidad de movilización de UNT y eso denota una efectividad de la maquinaria partidista.
Pero estos resultados no son suficientes. Sigue pendiente una mayor y mejor respuesta del aparato político dirigente del PSUV. Las comunidades demostraron su descontento con el tipo de candidatura de Di Martino, sí no fuera así cómo se explica que se perdió la gobernación pero se ganaron alcaldías que nunca antes estaban bajo la responsabilidad e incidencia política del partido. Los colectivos sociales en los municipios se identificaron más y mejor con los candidatos a alcaldes que con el candidato a gobernador. Esta circunstancia obliga a replantearse la política del PSUV en lo que respecta a los trabajadores y en general la política de análisis de clase, sobre todo en lo referido al enfoque sobre el cual se atiende la división social del trabajo que existe en el contexto capitalista. Lo que decimos es que no basta con llamarse revolucionario, hay que serlo en las acciones. Buena parte de algunos dirigentes – hay excepciones y muchas- están haciendo negocios solapados en la revolución. No podemos olvidar la denominada “derecha endógena” que persiste en el PSUV. Esos sectores le hacen terrible daño a una política pensada para desmontar la estructura ideológica – y no sólo productiva- del sistema capitalista.
Mientras Chávez habla de conciencia revolucionaria, esos sectores entorpecen la acción del gobierno, cargándolo con una burocracia paquidérmica que hace que los procesos se paralicen o en el mejor de los casos se retrasen. No hay revolución sin cambio en la conciencia de clase y ahí seguimos teniendo un déficit que subsanar. Lo ocurrido en el Zulia señala que no hay una política efectiva hacia los trabajadores petroleros, siderúrgicos, metalúrgicos, campesinos, estudiantes entre otros. Un estado clave desde el punto del movimiento obrero, desde los inicios del siglo XX, no puede seguir adoleciendo de una política efectiva hacia el sector obrero. El PSUV debe mejorar aun más el debate ideológico. No se ha terminado de asumir la decisión de desmontar la estructura de explotación social capitalista. Mantenemos las mismas relaciones de explotación y división social del trabajo, sólo que ahora intentamos minimizarlas bajo la etiqueta o el adjetivo de una “revolución socialista”; pero que contradicción, hay sectores en el PSUV que se exhiben con una actitud que se aleja mucho de una ética revolucionaria.
En definitiva, planteamos estos aspectos para un debate serio acerca de las tres (3) R. No es posible que al igual que el 2-D no se discuta la realidad de los resultados, que se hable de nuevo de las 3 erres pero que no debatamos sobre la forma de asumirla. Cabe preguntarse: ¿es que acaso coincidimos acerca del enfoque a través del cual vamos a afrontar la revisión? ¿Estamos de acuerdo que elementos de la organización y el proceso vamos a revisar? Indudablemente – a priori- creo que la respuesta es no, pero igual debemos plantearnos estas interrogantes si queremos que continúe este hermoso proceso histórico. Ahí quedan estas reflexiones para el debate, espero que se genere apoyando o criticando lo planteado, de otra forma el esfuerzo fue en vano.

Dr. Juan Eduardo Romero
Juane1208@gmail.com
29/11/2008

El Pacto de Punto Fijo

El Pacto de Punto fijo: 50 años después…

En estos tiempos de convulsión democrática que experimenta Venezuela, hay un conjunto de historiadores e investigadores - cuya reputación académica no pongo en duda- que manejan la tesis de la exaltación del Pacto de Punto Fijo como modelo político de convivencia democrática. Sobre esa tesis planteo algunos elementos que sirvan, desde la teoría política, para la discusión.
En 1er lugar, el Pacto es un instrumento que se plantea en términos de una antropología de poder, es decir como un mecanismo a través del cual los factores asociados a la representación social del poder (grupos económicos, actores políticos, medios, fuerzas armadas) se aseguran una relación pura-coincidencia con la que preservan sus intereses y evitan al máximo la confrontación. Desde esta óptica no hay duda de la ubicación del Pacto de Punto Fijo en la búsqueda de asegurar la convivencia entre factores de poder que lo anhelaban desde el año 1941 cuando se crea Acción Democrática (AD). En 2do lugar, sí aceptamos que el pacto es un esfuerzo democrático por qué se produce la exclusión del Partido Comunista de Venezuela (PCV). Se alega que tarde o temprano el PCV atentaría contra la propia democracia. Evidentemente, las resoluciones del Comité Central del PCV así lo demostraron, pero muy posterior a la fecha en que se firmó el Pacto.. Sin duda, las circunstancias generadas e impulsadas por las ambiciones de poder de Jóvito Villalba, Rómulo Betancourt y Rafael Caldera hacían imposibles unas relaciones pacíficas con los “pacos” o comunistas como eran denominados por Betancourt.
Históricamente, las posiciones y acciones del PCV generó un distanciamiento teórico y político con las propuestas de acción de quienes serían los líderes de URD, AD y COPEI. Se trata de un ejercicio de historia crítica que debe generar un análisis más allá de los lugares comunes. Sí pensamos que la dinámica de provocación que impulsó Rómulo Betancourt para evitar un candidato de unidad en las 1eras elecciones libres después del derrocamiento de Pérez Jiménez, nos encontraremos que esas maniobras impulsaron el aislamiento del PCV y estos cayeron en la provocación de Rómulo, tal como cayeron en la provocación de Chávez los trabajadores de PDVSA y los militares de la Plaza Altamira. No debemos olvidar que los actos de provocación buscan generar en el otro una reacción mayor que impulse o incremente la conflictividad. En este sentido, las acciones de aislamiento del PCV fueron efectivas y la forma del Pacto asumió una representación profundamente excluyente en nombre de la libertad.
En 3er lugar, la instrumentación del Pacto, asume la idea de la democracia liberal, en el sentido que se otorga el derecho al voto pero no el derecho de acceso a la representación directa. Es decir, se reconoce la universalización del voto, pero no la universalización de la participación en la estructura de poder público. Los representantes deben actuar a favor de los representados. Estos últimos quedan fuera del juego político y subsumidos a sus intereses, que se asumen deben ser manifestados no directamente por los propios representados, si no por sus representantes. Este modelo es clásicamente liberal y contrapuesto con mecanismos de democracia directa que después han sido plasmados constitucionalmente.
Cuando este conjunto de historiadores, a quienes respeto, pero adverso académicamente, se dedican a relanzar las “glorias de Punto Fijo”, no hacen más que adelantar una estrategia de relegitimación de un discurso y una práctica política que ya está en desuso. La base de la discusión democrática no es la construcción del consenso, como se planteaba en las tesis políticas de los años 50 y 60, se trata hoy del manejo de la diferencia y el disenso, y ello pasa por aceptar su propia existencia. Asumir como se hace que la naturaleza humana se basa en el acuerdo es ir en contra corriente. Lo natural, lo obvio es la diferencia. Debemos aprender a vivir con ella. Por eso mecanismos como los derivados del Pacto de Punto Fijo son – o fueron- una anomalía histórica que hoy resulta imposible reconstruir. Es imposible, pues los niveles de militancia política no son los mismos. Las estructuras políticas que le dieron origen – AD, COPEI y URD- eran muy activas en ese entonces; hoy no lo son. Los nuevos partidos UNT, Primero Justicias y otros no tienen esa capacidad. Por otra parte, las condiciones de burocratismo y clientelismo que facilitaron su pervivencia, hoy no son posibles de aplicar y con ello queda desechada la convivencia pacífica basada en la explotación de la renta petrolera.
El balance no es totalmente positivo después de 50 años. El Pacto remitió o más bien sumió a la sociedad civil en un letargo y adormecimiento que costó muchísimo, hablando desde la lógica de la participación. El pacto no permitió la profundización de la democracia, como hacer juntos entre diversos y retraso el proceso de reconocimiento social de los excluidos. El Pacto facilitó un proceso de cooptación y corporativismo que impulso un enorme daño en el funcionamiento socio-político venezolano. Por ello creo que sólo en un punto tienen razón esos historiadores que impulsan la exaltación del Pacto de Punto Fijo: en que debe ser cuidadosamente revisado sus consecuencias. El Pacto arrojó una mácula de perversión sobre la clase política que aun hoy observamos, en eso debemos ser contundentes. Intentar exaltarlo es retrotraernos al pasado, y eso es ahistórico.

Dr. Juan Eduardo Romero
Historiador
Juane1208@gmail.com
01/11/2008

De Venancio Pulgar a Manuel Rosales: la misma mentira

De Venancio Pulgar a Manuel Rosales: la misma mentira

El Zulia se ha convertido en el epicentro de una verdadera batalla electoral. Para un observador no acucioso, se trata simplemente de un enfrentamiento personal entre Chávez y Rosales; sin embargo, hay elementos que nos señalan que asistimos a una deliberación política; entendida como la presentación, el debate y la defensa de una plataforma política antagónica con otro referente político.
Para el Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) la contienda electoral busca dos objetivos claves: 1) reivindicarse de la derrota del pasado 2-D de 2007, cuando fracasó la estructura del partido en su intento de aprobar la Reforma Constitucional y 2) recuperar el espacio político que ha perdido en la región, producto de las divisiones internas, las luchas intestinas y la desorganización política. Estas tareas no son fáciles de realizar. El comportamiento esquivo del electorado zuliano se presenta como un serio obstáculo. Por otra parte, el manejo maníqueo que Rosales plantea entre la zulianidad, su vinculación con la política y la religiosidad, no ha sido suficientemente desmontado por el Comando de Campaña de Di Martino, aunque las constantes visitas del presidente Chávez han procurado subsanar esta deficiencia.
Para Rosales, el proceso del 23-N es vital para su supervivencia política. Es sin duda, una manifestación de ambición política. Por una parte, corresponde con una prueba para la maquinaria electoral de Un Nuevo Tiempo (UNT), a la vez que es un catalizador de la existencia o no de un efecto Rosales, capaz de trasladar sus apoyos personales a otros candidatos ubicados bajo su órbita de acción. Los retos para Rosales son múltiples: 1) demostrar que es capaz de sobrevivir a una nueva confrontación directa con el presidente Chávez; 2) consolidar el liderazgo nacional de UNT y 3) impedir el avance de Primero Justicia (PJ) como otra opción de poder en el núcleo de la oposición.
Todos estos elementos nos permiten entender la especial dureza de la campaña en el Zulia. El debate se ha venido desviando de la discusión de una agenda política para encasillarse en el tema de la defensa o ataque al Zulia. Al concentrarse el debate en este aspecto, el comando de Rosales obtuvo una ventaja importante; la cual disminuyó en la medida que el propio Presidente introdujo la perspectiva del enfrentamiento directo entre él y Rosales. No hay duda que la estrategia de comunicación política del comando del actual Gobernador obedece a la lógica de generar una identidad orgánica entre él como “candidato” (figura política) y el Zulia como un todo; de manera tal, deja planteado que un ataque a él (Rosales) es un ataque directo al Zulia. En este punto se nota la asesoría histórica. La estrategia de Rosales es la misma utilizada por Venancio Pulgar en 1859-1863, cuando llegó a plantear - casi en los mismos términos- la disyuntiva política.
Como se recordará el Zulia se mostraba esquivo de aceptar la sumisión al poder central desde el mismo momento de la separación del Departamento Venezuela de la República de Colombia -mal llamada Gran Colombia- en 1830. A partir de ese período y hasta los preludios de la Guerra federal, los recursos y accesos comunicacionales del Zulia con los estados andinos (Trujillo, Táchira y Mérida) eran claves para la economía venezolana. Este hecho fue aprovechado por Venancio Pulgar para construir un liderazgo que manipulando el sentido de identidad del zuliano, utilizó el voluntarismo identitario para obtener beneficios personales y en aquellos momentos, donde la ambición personal chocó con los intereses del Estado venezolano y convocó al Zulia en su defensa; con la excusa que era la región la que estaba siendo atacada y no su ambición política. Resultado: todo el espacio histórico marabino, que incluye los límites del estado Zulia, así como ciertas zonas limítrofes con el estado Falcón, fueron objeto de una intervención del Ejecutivo Nacional restituyendo el orden y generándose la huida de Pulgar, dejando a todo el estado y sus ciudadanos sometidos a las consecuencias de su aventurismo político. Ayer como hoy, se plantea la situación en los mismos términos.
Nos asombra escuchar a Rosales señalar que cuando se ataca a su persona se ataca al Zulia. Con más de 120 años de distancia, nos encontramos con expresiones como las que indicaba en un canal nacional en el sentido que Chávez al odiarlo a él manifestaba su odio al Zulia. Sin duda, es una muestra del impacto de la manipulación histórica y cultural que se ejerce sobre el zuliano. La confrontación es entre dos (2) proyectos políticos, no es contra una región y sus ciudadanos; pero al presentarse como un ataque contra la identidad se busca despertar solidaridades culturales que puedan ser expresadas en forma de votos para los candidatos de Rosales. De nuevo, somos testigos como se manipula la historia regional a favor de intereses políticos personales. Le toca al Zulia decidir sí permite que esta manipulación permanezca o por el contrario se articule dentro del proyecto nacional conservando sus determinantes históricas y geográficas. Como sea el 23-N veremos los resultados y sabremos que cumplimos con nuestra obligación como historiadores al denunciar el maniqueísmo cultural.

Juan E. Romero
Historiador
Juane1208@gmail.com
17/11/2008

Elecciones regionales en Venezuela

ANÁLISIS CRÍTICO DEL 23-N

Pasado el temporal de insultos y acusaciones mutuas entre oposición y gobierno, le corresponde al análisis serio de los resultados. Lamentablemente, existe una limitante determinada por la no disponibilidad de todos los resultados. Cómo bien es sabido, esta elección era esencial para el sistema político venezolano. Se trataba de definir el rumbo del comportamiento político y de las fuerzas partidistas. Los resultados señalan una 1era lección: la campaña se basó en el personalismo político, entendido como la identificación extrema de los candidatos regionales y locales con el liderazgo nacional. Chávez y Rosales hicieron uso de su liderazgo para impulsar lo que conocemos como “efecto portaviones”. Es decir, el apoyo a quienes ellos les levantaran la mano. Eso tuvo su efecto, que se manifestó en la masiva concurrencia. Ningún proceso de elección regional o municipal había tenido una participación tan alta: 65,45%.
Hay una 2da lección: el sistema electoral venezolano es confiable y el más moderno del mundo. La casi total automatización del proceso, la rapidez con la que se conocieron los resultados, el apego y aceptación del mismo por parte de los actores concurrentes es una muestra de institucionalidad, que acaba con el mito construido desde la oposición de la escasa identidad moral y ética de los árbitros electorales. Sin lugar a dudas, quedo fortalecida la capacidad del sistema institucional y por lo tanto de la democracia misma.
En 3er lugar, el mito del autoritarismo de Chávez y su escaso talante democrático fue seriamente golpeado. Cuando Chávez salió reconociendo el triunfo de la oposición en dos (2) estados claves para él: Zulia y Carabobo, demostró que es capaz de aceptar los cambios expresados en el voto. Ya había dado un 1er atisbo en diciembre de 2007, pero que había sido puesto en duda por la oposición política.
En 4to lugar, los resultados arrojan múltiples lecturas. Una muy básica y fútil, representada por un análisis numérico absoluto de los resultados. Basado en el número de gobernaciones que cada sector político controla. En esa óptica el Gobierno tiene 17 gobernaciones y la oposición 5. Este tipo de análisis deja de considerar las especificidades del comportamiento electoral. Debemos decir que la pérdida – reiterada- del Zulia y la derrota en Miranda, representa una disminución absoluta desde el punto de vista del total de electores, pues esos estados representan un total de casi el 30% del total de los inscritos en el registro electoral permanente (REP); pero más allá de eso son estados estratégicos por su propia condición. El Zulia, es una entidad fronteriza, fuente de los principales recursos económicos, incluyendo el petróleo; demasiado cerca de la conflictiva Colombia y clave en su condición geopolítica. Miranda, es asiento de un conjunto poblacional y productivo de enorme significación para el Gobierno. Táchira, la otra entidad ganada por la oposición, es un espacio fronterizo que se comunica con Zulia, por lo tanto estamos hablando que del total de la frontera con Colombia (2218 Km) casi la mitad (850 Km) pasan a manos de opositores a la política internacional de Chávez. Las otras entidades, Nueva Esparta y Carabobo tienen un significado geopolítico. En el caso del 1ero de ellos, es un punto de conexión con el Caribe y el Atlántico, el 2do es una base de desarrollo industrial de valor económico. Falta ver, cuanto representa en caudal de votos esa elección. Sí el chavismo con el conjunto de 17 gobernaciones logró elevar el número efectivo de votos que obtuvo en el refrendo constitucional de 2007 (4.200.000) se puede afirmar que se consolida el sistema político venezolano como un sistema de partido dominante.
Un 5to elemento a considerar, es el hecho que el triunfo de Capriles en Miranda, coloca el liderazgo de Primero Justicia (PJ) en igualdad numérica con las fuerzas de Un Nuevo Tiempo (UNT), eso significaría que la lucha por la representación política para las próximas elecciones de legisladores nacionales (2010) será encarnizada, así como la definición de la candidatura electoral para la oposición a Chávez.
En 6to lugar, la situación en el Zulia y en general en toda Venezuela, debe generar una discusión de la efectividad de la personalización política, pues los liderazgos de Chávez y Rosales no salieron totalmente fortalecidos. Me explico, en el caso de Chávez al perder – pese a su presencia constante en el Zulia- se debe producir una revisión de la estructura de funcionamiento del PSUV. No es posible que una organización que diga tener 850.000 militantes en el estado obtenga un resultado así. El chavismo debería pedirle cuentas a Arias Cárdenas y Lina Ron- responsables de supervisar el proceso de inscritos en el PSUV-Zulia- acerca de quienes están y qué hicieron. Para Rosales, la pérdida de alcaldías por disputas internas, deja mucho que decir de su capacidad de organización. En definitiva, una gran lección es la confiabilidad del sistema electoral y las perspectivas de coexistencia pacífica entre los actores. Ya veremos¡¡

Dr. Juan E. Romero
Historiador
Juane1208@gmail.com
24/11/2008