martes, 14 de abril de 2009

DEL GRAN VIRAJE AL AJUSTE ANTI-CRISIS DE CHÁVEZ

DEL GRAN VIRAJE AL AJUSTE ANTI-CRISIS DE CHÁVEZ

Los anuncios hechos por el presidente Hugo Chávez el pasado domingo 22 de marzo, son propicios para el análisis comparativo del ajuste estructural propuesto por Carlos Andrés Pérez en 1989. Tanto Chávez como CAP son sin lugar a dudas líderes carismáticos, con enorme arrastre popular y que se vieron enfrentados a una situación socio-política en un contexto de crisis.
Para CAP, el año 1989 se dibujó bajo la sombra del abrumador triunfo electoral que había logrado en diciembre de 1988, bajo la promesa de retrotraer a los venezolanos a la época de la Venezuela Saudita. La hegemonía política alcanzada le proveía una oportunidad política para el ajuste –posteriormente conocido como Consenso de Washington- económico e institucional. El gobierno de Chávez, por su parte debe afrontar el enorme impacto que tiene la mayor crisis económica experimentada por el sistema-mundo, que amenaza con destruirnos a través de sus consecuencias. Por otra parte, viene de obtener una importante victoria electoral, tanto en la consulta de noviembre 2008 como en el referendo por la Enmienda de febrero 2009. Ambos líderes, tal como se ve contaban al momento de anunciar sus medidas de ajuste de una alta popularidad, gran apoyo electoral y un sólido aparato político-institucional que los avalaba.
Sin embargo, la dinámica de implementación marca la diferencia entre uno y otro. CAP se inclino por la opción del ajuste violento, marcado por una política agresiva de modificación de las relaciones clientelares y burocráticas que caracterizaron el sistema político venezolano desde su establecimiento como democracia representativa en 1958. La decisión de seguir al pie de la letra las recomendaciones que serían formuladas para “reducir el tamaño del Estado”, tales como eliminación de los subsidios, liberación del control fiscal y monetario, apertura a los capitales trasnacionales, privatización de empresas estratégicas, aumento de la gasolina, liberalización de las tasas fijas y activas; sería la nota característica del gobierno del líder adeco. Su decisión tenía cierto sentido: contaba con una aparentemente sólida base de apoyo popular derivada de su triunfo en las elecciones presidenciales. Su exceso de confianza en las capacidades de contención de su liderazgo, fueron su error. Nunca tomo en consideración que la construcción de un proceso enmarcador - entendido como una dinámica de trasmisión de valores, actitudes y visiones de la vida que motivan a los colectivos sociales a movilizarse- de retorno a un pasado idealizado y el no cumplimiento de esa promesa pudiera conducirlo a un ciclo de protesta y desobediencia civil de las magnitudes del 27,28 y 29 de febrero de 1989. La prepotencia de las elites políticas de AD y COPEI que asumieron como verdad inmutable que los colectivos sociales eran sujetos sumisos les costó su hegemonía política. La decisión de aplicar de una sola vez un conjunto de acciones de ajuste estructural fue un error que Chávez se encarga de recordárselos día a día.
Por su parte, ante un escenario más difícil que el asumido por CAP en 1989, el presidente Chávez ha dado una muestra de olfato político enorme, eso sin dejar de señalar que puede ser peligroso no adelantar en lo inmediato algunas acciones efectivas en lo que respecta a la disminución del gasto público suntuario. Las medidas de Chávez, señalan varias cosas: 1) su capacidad para sorprender al adversario político, 2) el poder de comunicación política y 3) la decisión de adelantar un ajuste progresivo.
Con respecto al primer aspecto, la mayoría de los actores políticos de oposición habían dejado circular la noticia que venía un ajuste de gran impacto, tal como lo había hecho CAP. Realmente el tamaño de la crisis recesiva derivada del carácter especulativo del sistema-mundo hizo prever un conjunto de decisiones de gran magnitud tales como aumento de gasolina, establecimiento de restricciones financieras y cambiarias, devaluación en fin, bajo la óptica de esos actores un escenario extremo de ajuste que abriría el camino para un nuevo ciclo de protestas. Sin embargo, nadie esperaba que el conjunto de decisiones fueran tan limitadas. De nuevo, tal como lo ha hecho en otras ocasiones - incluyendo a principios de año cuando decidió incluir todos los cargos de elección popular en la propuesta de enmienda- Chávez dejo sin discurso a sus adversarios.
Esa capacidad de asombro, se encuentra conectada con la 2da cuestión: la comunicación política. Chávez anunció que sería el sábado cuando divulgaría las medidas, con ello generó unas expectativas comunicacionales y un conjunto de rumores que fueron firmemente debatidos con el conjunto progresivo de las medidas: no hubo ajuste fiscal caracterizado por una devaluación, no hubo aumento de gasolina (aunque no se descarta), redujo la estimación del precio de venta del petróleo de 60 US$ a 40 US$ (aunque ya había reajustado a 50 US$). La estrategia de comunicación política funcionó y prácticamente anulo las resistencias y los temores que pretendieron ser sugeridos. Creemos que las medidas van a venir acompañadas por otros ajustes progresivos, destinados a controlar la burocracia y el exceso de gasto público, pero que “por ahora” no serán divulgadas. Finalmente, el 3er aspecto, viene asociado a la oportunidad política. Chávez sabe que no puede adelantar ajustes violentos, que debe crear las condiciones para que sean aceptadas las medidas y para ello optó por mantener el gasto social aun a costa de un riesgo económico-financiero enorme, por otro lado establece públicamente la reducción de la producción petrolera a un poco más de 3.100.000 barriles diarios, intentando con ello incidir en una recuperación de los precios del crudo. En fin, al contrario de CAP, Chávez entendió que los ajustes violentos y sin apoyo político generan ciclos de violencia que atentan contra la gobernabilidad y la hegemonía política. En base a estos aspectos, realizó un cálculo político que aunque riesgoso e insuficiente le da oxígeno suficiente para intentar sobrevivir el temporal. Todavía nos queda mucho por ver y estaremos atento a sus decisiones.

Dr. Juan Eduardo Romero
Historiador
Juane1208@gmail.com
25/03/2009
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ANATOMÍA DEL PSUV EN EL ZULIA

Dr. Juan Eduardo Romero/Historiador

El Zulia es la entidad federal más importante de Venezuela, no sólo por el tema petrolero, también por su agregado político. Un espacio geográfico que comparte un trozo de los más de 2.200 kilómetros de frontera con Colombia y que además reúne una población electoral significativa – unos 2.082.916 votantes registrados- que representan casi el 15% del universo electoral del país. Históricamente, el estado Zulia ha tenido un comportamiento dispar en relación con el país nacional; la explicación de este hecho debe ser vista en un contexto más general de construcción de una identidad histórica asociada al pasado de ciudad-puerto y que asume una diferencialidad antropológica. Esa diferencialidad mezclada con el orgullo identitario ha sido un arma política utilizada por la oposición a Chávez en la región.
El chavismo, ha sido una fuerza política caracterizada por su dispersión en la entidad. Desde sus inicios en el año 1997 se conformo un cuadro de liderazgos personales que de alguna manera aun sobreviven: figuras como la profesora Marìa de Queipo con una actividad importante en la Universidad del Zulia, Silvestre Villalobos, Jorge Duràn Centeno (actual embajador en Panamá), son sólo algunas tipificaciones de ese personalismo político. En general, hasta antes de la organización del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) no podríamos hablar de una organización bien estructurada en el Zulia. Precisamente esa carencia, es lo que explica las escasas posibilidades que tuvo el extinto Movimiento Quinta República (MVR) para tomar el poder político.
Las conflictividades internas reflejan una debilidad en el liderazgo regional de las fuerzas del chavismo y traslucen los problemas de los que hablaban los teóricos del marxismo al referirse a la necesidad de un partido bien estructurado. Siguiendo a Antonio Gramscí, el chavismo no ha sido capaz de constituirse en un bloque hegemónico de poder por la dispersión interna. Sin embargo, se debe precisar que desde el año 2006 con el triunfo de Chávez en las elecciones presidenciales se ha venido observando un esfuerzo organizativo que se tradujo en la conformación de una propuesta que propende a reunir las diversas personalidades políticas que se desenvuelven en la región. La conformación del PSUV ha hecho coincidir las diversas tendencias que sobreviven del chavismo inicial: la militarista, que está representada en la figura de Durán Centeno y que agrupa a los militares que participaron en el intento de golpe de 1992; la izquierda histórica representada por personajes como José Huerta, Emilio Chirinos, Arnoldo Olivares entre otros que vienen de una militancia y participación activa en organizaciones que hicieron oposición a las fuerzas de AD y COPEI en la región; la universitaria encarnada en figuras como María de Queipo, Marío Isea, Rodrigo Cabezas entre otros, que vienen del movimiento universitario tan importante en la década de los años 80 y 90 del pasado siglo XX; y finalmente la de aquellos sectores que fueron sumando sus esfuerzos al chavismo provenientes del vínculo con Arias Cárdenas, entre los que cabe señalar al propio Gian Carlo Di Martino.
Esas fuerzas coexisten con diferencias y perspectivas disímiles acerca de la dinámica de construcción del partido y la forma de articularse con el poder popular, sin embargo han coincidido en la necesidad de organizarse en torno al PSUV buscando con ello construir un bloque histórico en el sentido gramsciano del término, que les permita ser una opción capaz de concretar el avance del proyecto bolivariano en el Zulia.
El chavismo ha progresado – con altibajos- en su caudal electoral regional. En el año 2006, obtuvieron un total de 724.254 votos, ganándole al candidato Manuel Rosales en su propio terreno. Esa cifra es significativa del impacto del liderazgo personal y carismático de Hugo Chávez, sobre todo si se compara con los votos obtenidos por el chavismo en el año 2005 en las elecciones al parlamento nacional cuando a través de la UVE y el MVR obtuvieron algo más de 350.000. Sin embargo, el año 2007 reflejo la debilidad estructural y organizativa del recién creado PSUV pues en la consulta del referendo por la Reforma Constitucional del 2 de diciembre obtuvo 472.462 votos en la opción del Bloque A y 467.958 en la del Bloque B, reduciéndose su caudal electoral. Los efectos del referendo del 2-D se sintieron en la conformación de los liderazgos internos del partido. Figuras como Rodrigo Cabezas – Ministro de Finanzas en su momento-, Gian Carlo Di Martino (Alcalde de Maracaibo), Gral. Carlos Martínez Mendoza (Presidente CORPOZULIA) comenzaron a disputarse un espacio de poder en lo interno.
El resultado de esa disputa fue el triunfo de la candidatura de Di Martino para la gobernación y el desplazamiento de Rodrigo Cabezas en lo interno, llegando a su sustitución como Vice-presidente del PSUV en la región Zulia-Falcón. Los resultados del proceso de elecciones para gobernador de noviembre 2008 y la subsecuente derrota de la opción de Di Martino, volvió a abrir la brecha ideológica a lo interno del partido. Electoralmente, la Vice-presidenta del PSUV, Jackeline Farías, ha tenido que sobrellevar la presencia del ex alcalde y el descontento que genera hacia ciertos sectores, pero al mismo tiempo no se puede negar que logró elevar la votación del partido a 658.724 votos. Ese caudal electoral, que no termina de ratificar un liderazgo interno, explica la disyuntiva en la que se encuentra el PSUV en este momento: 1) reestructura su base de poder, a través de nuevas elecciones internas o 2) se organiza en torno al liderazgo de Farías-Di Martino. Ambas opciones tienen sus riesgos: la 1era, puede conducir a un nuevo cisma interno, dada la supervivencia de las diferencias personales en el partido, sin embargo puede crear las bases para un relegitimación de la organización popular; la 2da opción puede terminar incrementando la fragmentación y cierta desorganización existente.
Después del proceso del noviembre, la tendencia de Rodrigo Cabezas resulto favorecida. La cercanía con los alcaldes de Mara, Páez, Padilla, Cabimas, Colón, San Francisco entre otros triunfadores de las elecciones regionales, mantiene viva la figura del ex Ministro y coloca en una difícil situación interna a los seguidores de Di Martino. No hay un enfrentamiento directo, pero sin duda en lo interno las fuerzas se movilizan para dirimir su liderazgo político en el partido.
Todo ese escenario, debe estructurarse sobre la imperiosa necesidad que tiene el PSUV de construir una matriz informativa capaz de minimizar la campaña mediática construida por Manuel Rosales y sus asesores, en donde se presentan encarnando el sentido y significado de la zulianidad. Sí el PSUV no es capaz de elaborar un discurso que lo identifique con la imagen regional sus posibilidades políticas se ven reducidas al mínimo y con ello, las diferencias internas no serán subsanadas. La disputa reciente por el puerto y aeropuerto de Maracaibo es una oportunidad política para definir el curso del futuro del PSUV, sí el partido logra sobrevivir a los sentimientos regionalistas y debilitar a Rosales en su liderazgo, entonces veremos surgir una nueva estrategia de liderazgo político que pudiera permitirle a Chávez y sus fuerzas tomar la plaza del Zulia, sin embargo todo está sujeto al accionar del PSUV y su capacidad para articularse coherentemente.

Dr. Juan Eduardo Romero
Historiador-analista político
Juane1208@gmail.com
20/03/2009

EL ZULIA, LA DESCENTRALIZACIÓN Y EL CASO ROSALES

EL ZULIA, LA DESCENTRALIZACIÓN Y EL CASO ROSALES

Creo necesario generar un debate acerca de la Descentralización, sobre todo dadas las circunstancias que produce la modificación de la Ley de Descentralización y la decisión de revertir la competencia exclusiva en puertos, aeropuertos y carreteras que le había sido asignada a los Estados y Municipios inicialmente. En un primer momento – sobre todo para el que desconoce el proceso histórico – la reversión es un “zarpazo” a la democracia. No obstante se hace necesario explicar ciertas cosas.
Históricamente, con la finalización del siglo XIX y principio del siglo XX, se inició un proceso de fortalecimiento y centralización de las funciones del Estado, explicado por el excesivo atomismo que caracterizó a la Venezuela de esos años. El sistema federal implementado por Antonio Guzmán Blanco, que fue el resultado y consecuencia de la Guerra Federal produjo la reproducción de micro-centros de poder en las regiones, que establecieron un precario equilibrio de poderes con el Ejecutivo Nacional y en muchos casos, suscito una intervención armada en determinadas regiones – entre ellas el Zulia- para doblegar los intentos de una autonomía que amenazaba la unidad nacional.
La Centralización del poder fue clave para lograr la modernización de la sociedad venezolana. El establecimiento de unas fuerzas armadas al servicio del Estado y protectoras de la seguridad y defensa de la Nación, el sistema de unidad monetaria formulada desde la creación del Banco Central de Venezuela en 1940, son sólo algunas muestras de los efectos de la centralización. Por último, no debe desconocerse el papel de los partidos políticos como facilitadores de la centralización del poder. Todo ello favorecido por el uso de la renta petrolera como base del financiamiento de ese proceso de modernización que permitió entre otras cosas la elevación de las condiciones de vida del venezolano, la reducción de las tasas de mortalidad y el incremento de la esperanza de vida. No significa esto que el centralismo no haya tenido problemas, lo que queremos decir es que no todo en el centralismo fue malo.
La descentralización es el proceso donde se transfirió poder político desde el gobierno central, a instancias del Estado cercanas a la población, dotadas de independencia administrativa. La explicación de este proceso debe encontrarse dentro de la órbita de reformas de 1era generación propuestas por el modelo liberal, que sugirió la obligatoria reducción del Estado Central y la progresiva transferencia de sus responsabilidades a las autoridades regionales y locales. El planteamiento era sencillo: el Estado Central bajo los señalamientos del Consenso de Washington debió asumir sólo la administración del régimen de propiedad, la seguridad de las fronteras y la protección de los intercambios comerciales. Todo lo demás quedaba bajo la acción del mercado, que debió establecer sus propias dinámicas.
La descentralización se tradujo en un proceso de flexibilización laboral, a través de la privatización de los servicios de la gobernación, mediante la conformación de organizaciones de empleados y obreros que se encargaban de la ejecución de las obras de mantenimiento y limitaban la responsabilidad del Estado Regional en el pago de las prestaciones sociales. Por otra parte los excesos de la descentralización y la dinámica que generó en algunas localidades al producir el surgimiento de caudillismos locales –al más puro sentido decimonónico- como los sucedidos en Carabobo (Salas Romer), Barinas, Sucre (Ramón Martínez), Aragua (Tablante) llegaron al colmo de permitirse el establecimiento de convenios internacionales entre los estados regionales y organismos o países extranjeros. No obstante, sin duda hubo bondades en el proceso, pues permitió el surgimiento de un debate político que en el Zulia fue encarnado por figuras como Luís Homez, que surgió como un paladín de la democracia ante los abusos generados por el regionalismo descentralizado.
La situación hoy en día es distinta. La formula de desmontaje del Estado demostró su perjuicio y ante ello vivimos un proceso de refortalecimiento del Estado Nacional que ha tenido sus bondades: una política social de nuevo centro y motor de la acción estatal, recuperación del precio internacional del petróleo y con ello aumento del financiamiento. En ese proceso, se ha producido un choque entre el Proyecto Nacional formulado y el accionar de los gobernantes locales y regionales, que sí bien tienen una base democrática están en la obligación de cumplir el mandato del contrato social vertido en la Constitución. En el caso del Zulia y Manuel Rosales, hemos asistido a una dinámica de manipulación de la zulianidad y a un acelerado despilfarro de recursos provenientes del aeropuerto y el puerto que no aparecen nunca reflejados en los ingresos y egresos del Estado, no ponemos en duda que con esos recursos se hayan construido obras pero con parte de ellos se han generado desviaciones que son necesarias subsanar. Finalmente, la decisión de modificar la Ley es producto de las contradicciones surgidas entre los Artículos 156 y 164, que establecen las competencias del poder público nacional y estatal. Sin duda es necesario un debate, pero no en los términos de manipulación propuestos por Manuel Rosales y Un Nuevo Tiempo.

Dr. Juan E. Romero
Historiador
Juane1208@gmail.com
30/03/2009