lunes, 2 de marzo de 2009

OBAMA Y CHÁVEZ, EEUU Y VENEZUELA: SIGUE EL CONFLICTO

En otra columna que publicamos recién celebrado el triunfo de Barak Obama, señalábamos que no teníamos muchas expectativas de cambio en relación con el nuevo presidente de los EEUU. La afirmación la hicimos basado en la comprensión de la naturaleza del sistema político norteamericano, que estructurado como está en una enorme relación con el capital generado por el poderoso aparato económico, que impulsa al sistema- mundo; no puede dejar de vincular su estabilidad y gobernabilidad con la estabilidad conformada sobre la apropiación de la plusvalía producida por las relaciones de producción dominantes.
La sociedad norteamericana, su sistema económico, su aparato burocrático-institucional, el Estado mismo, se conforma sobre una serie de equilibrios entre las formas de poder; a saber: económico, político e ideológico. El poder económico es el que se vale de la posesión de bienes y la capacidad de producirlos, comercializarlos y distribuirlos. El poder político, es aquel que se ejerce a través de la fuerza y su principal expresión política: el Estado. El gran científico alemán Max Weber, definió – con razón- al Estado como la estructura dominante y hegemónica en el uso de la fuerza. Finalmente el poder ideológico, es el que se basa en la posesión de ciertas formas de saber, doctrinas, conocimiento e incluso información.
El poder económico de los EEUU, ha estado edificado sobre el impacto y la capacidad de producción de bienes de los grandes grupos poseedores y explotadores del capital. Las grandes compañías, -esas mismas que hoy se ven afectadas por la crisis especulativa del sistema-mundo, al disminuir significativamente la producción de bienes de consumo y aumentar la especulación financiera- han presionado de tal forma al actual presidente, de manera tal que lo han conducido a “intervenir” en el desarrollo del mercado, procurando con ello salvaguardar las relaciones de poder que explican la posición hegemónica de los EEUU. Los grandes grupos económicos, que durante la gestión de George W. Bush se habían anotado al proceso de conformación de un área geoeconómica a través del Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), han visto con suma preocupación las iniciativas de integración económica, social y militar adelantadas a través de MERCOSUR, CAN y recientemente UNASUR. En todas ellas se ha sentido la impronta del gobierno de Chávez, con aciertos la mayoría de las veces y en otras con no tantos, pero siempre presente.
El poder ideológico y político, no ha sufrido grandes cambios en EEUU. La llegada de Obama es sólo una pequeña apertura reformista en la ultraconservadora sociedad norteamericana pero jamás ni nunca, puede ser vista como una alternativa de poder en un sistema político que se ha mantenido prácticamente intacto desde su establecimiento en el siglo XVIII. Obama se ha articulado con los factores de poder político, ha establecido alianzas con los grupos más conservadores del ala radical de derecha en el partido republicano, al mismo tiempo que ha logrado articular a los factores de poder tradicional en el partido demócrata. Muestra de ello es el nombramiento de Hilary Clinton como Secretaria de Estado.
Por lo tanto, las perspectivas que se tiene en el Departamento de Estado acerca del desarrollo de la política en Venezuela no son alentadoras, menos aun con los resultados del referendo del pasado 15 de febrero. La posibilidad – que ha quedado abierta- de permitirle a Chávez no sólo darle continuidad sino profundizar los ajustes socio-políticos del denominado Proyecto Simón Bolívar, con sus ejes articuladores en lo social, lo económico, lo territorial, lo geopolítico son fuente de preocupación para los intereses expresados en los hilos conductores del poder político e ideológico de los EEUU; por ello la naturaleza y sentido del Informe sobre la situación de Derechos Humanos presentado por la Secretaria de Estado recientemente.
Es notoria la levedad del mencionado Informe al notar la ausencia de críticas significativas a la situación de los derechos humanos en Irak, Afganistán, Georgia, México, Colombia, Arabia Saudita y los propios EEUU, por solo nombrar casos muy visibles en el panorama mundial. Se trata de la continuidad de una política tendiente a presentar a Venezuela como un Estado Forajido, es decir violatorio de las normas de regulación del Derecho Público Internacional y con ello buscar un conjunto de sanciones que produzca una asfixia parecida a la que permitió la intervención en Irak. El problema está dado por el hecho que la política exterior de la República Bolivariana ha estado marcada por el uso de la denominada Diplomacia Petrolera, que ha permitido apuntalar el carácter no alineado de nuestro país con los intereses de EEUU en la región. El tema petróleo y nacionalismo petrolero sigue siendo incómodo para la administración de Obama, tal como lo fue para la de Bush, en ese sentido la estructura de la relación con el presidente Chávez no tiene ninguna razón para mejorar; por lo tanto las expectativas creadas por algunos círculos de intelectuales es mera especulación.

Dr. Juan Eduardo Romero
Historiador
Juane1208@gmail.com
02/03/2009

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