lunes, 12 de abril de 2010

CHÁVEZ Y EL FIN DE LA DOCTRINA MONROE

CHÁVEZ Y EL FIN DE LA DOCTRINA MONROE

La reciente gira por Europa señala un aspecto de la geopolítica de América Latina de la cual habíamos resaltado algunos elementos. Se trata de la culminación de la Doctrina Monroe en el contexto geográfico latinoamericano y sus implicaciones tanto para EEUU como para el resto de los países de Centro, Suramérica y El Caribe.
Como es de todos conocidos, James Monroe presidente de los EEUU entre 1817-1825 formuló estas líneas de acción del gobierno norteamericano que se resumen en tres acciones: 1) negativa a permitir nuevas colonizaciones europeas en América, 2) abstención de los EEUU en los asuntos de Europa y 3) no intervención de los europeos en los gobiernos de América latina. Esas tres acciones se tradujeron y complementaron con las expansiones territoriales de norteamericanas, principalmente a costa de territorio mexicano, la compra de Luisiana a Francia y la adquisición de la Florida a España; con ellas los EEUU se enrumbó a la consolidación de una hegemonía en la región que se ha visto disminuida en los últimos años.
El gobierno de George W. Bush, ha escogido tener una mayor prioridad para otros espacios geográficos, constreñidos al denominado “creciente mayor” (Asia Central y Oriental, Medio Oriente) en donde tiene intereses asociados al tema petróleo y que le ha permitido intervenir en dos de las mayores reservas energéticas del mundo (Afganistán e Irak). Sin embargo, esa selección ha tenido su costo geopolítico, que se manifestó en la introducción de capitales europeos y asiáticos con inversiones estratégicas en áreas económicas vitales, principalmente asociada con recursos naturales de gran valor geopolítico (carbón, petróleo, gas, puertos, vías de comunicación). Acompañando este proceso nos encontramos una dinámica institucional de surgimiento de nacionalismos petroleros de nuevo tipo en América Latina, principalmente signada por una conciencia histórica del significado geopolítico de los recursos energéticos que disponen. Gobiernos como los de Chávez en Venezuela, Lula en Brasil, Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador, han levantado la bandera de la defensa de los recursos petroleros y lo han empleado para lograr mayores beneficios económicos para sus ciudadanos.
Estos principios de defensa de la soberanía energética, se han enfrentado con la pretensión norteamericana de mantener un espacio de intervención a través de la acción ejecutada por las fuerzas armadas colombianas, que han sido laboratorio de aplicación de la denominada revolución en armamento militar (RAM), que se traduce en la utilización de los avances en ciencia y tecnología en el área militar. Este desequilibrio generado por Colombia en su asociación militar y estratégica con EEUU ha derivado en el acercamiento con otros focos de la arquitectura mundial o del sistema- mundo, particularmente con países como Rusia y China, que tienen interés en el acceso a explotación conjunta de hidrocarburos y gases, y que además han prestado asesoría y apoyo militar a nuestro país y a otros en el área. El resultado de esta modificación de la tradicional área de intervención norteamericana, aunado al surgimiento de países enmarcados en políticas nacionalistas ha derivado en la culminación de la Doctrina Monroe.
Como parte de esa culminación, el gobierno de Chávez adelanta acercamiento con otras áreas estratégicas mundiales. El contacto y alianza estratégica con Rusia y China( que a su vez tienen vínculos comerciales con Brasil y Brasil con nosotros), para generar proyectos conjuntos que se traducen en un incremento de la inversión de esas naciones en áreas asociadas al petróleo y el gas, aunado a la incorporación cada vez mayor de países europeos (Portugal, España, Francia, Italia) en la conformación de proyectos conjuntos de explotación, exploración y refinación de petróleo. No hay que olvidar, que en la medida que se produce la certificación del petróleo pesado de la faja del Orinoco, que nos coloca con un potencial superior a los 270.000 millones de millones de barriles de crudo (cerca de un 25% de las reservas mundiales, superando a Arabia saudita que tiene 180.000 millones de millones), nuestro país cobra mayor significado estratégico. Estas alianzas, que acaba de firmar colocan un cimiento más el entierro de la hegemonía dominante de los EEUU en la región, y abre nuevos espacios para el desarrollo de políticas independientes y de integración sur- sur. En este contexto es que debe ser vista la gira de Chávez a Europa. Asistimos a un momento clave en la nueva arquitectura mundial que hay que seguir con mucha atención.

Dr. Juan Eduardo Romero
La Universidad del Zulia
Historiador
Juane1208@gmail.com
28/07/2008

CIRCUNSCRIPCIONES ELECTORALES EN EL ZULIA

CIRCUNSCRIPCIONES ELECTORALES EN EL ZULIA 2010.

El Consejo Nacional Electoral (CNE) aplicando lo que fue aprobado en la Ley Orgánica de Procesos Electorales (LOPE) anuncio las nuevas circunscripciones electorales en el país. Se ha comentado mucho la aparente diversidad de criterios utilizados para trazar esos circuitos, pero sin entrar en muchos detalles se trata de una jugada política destinada a mantener la hegemonía – en el sentido gramsciano- del PSUV en la Asamblea Nacional.
Como siempre, la oposición ha pataleado, protestado, se ha alterado sin resultado alguno, eso les demuestra -.una vez más- el enorme error político que cometieron al no concurrir al proceso electoral de 2005, bajo el falso alegato que no iban a alcanzar casi ninguna representación en la Asamblea. Resulta cómico recordarles la fatuidad de su argumento, mediante un ejercicio de memoria histórica: en 1988, la Cauda Radical sólo alcanzó tres (3) diputados en las elecciones legislativas nacionales – Aristóbulo, Pablo Medina y Andrés Velásquez- sin duda, era un contraste insignificante con la obvia mayoría de AD y COPEI. Esos tres diputados, hicieron tal ruido, generaron una agenda alternativa tan importante que en las elecciones de 1993 llegaron a tener casi 30 diputados. Eso demuestra la falsedad del argumento y las posibilidades que un conjunto disidente de diputados pueden procurar.
La decisión del CNE, tendrá su impacto en el Zulia, pero ese resultado aparte del hecho del análisis histórico del comportamiento electoral en las circunscripciones debe ser vista bajo dos parámetros importantes: 1) el establecimiento de una agenda política destinada a direccionar las preferencias del voto en los electores y 2) la elección democrática y directa de los futuros representantes. Creo que no debemos permitir y en ese debemos incluyo al CNE, que no se produzcan elecciones internas tal como lo establece la Constitución, es clave ese proceso en esta coyuntura crítica.
Ambos parámetros pueden hacer que los resultados brutos que presentaremos – en base a la votación de 2008- puedan ser o no tendencias ciertas en la elección del 2010. Como se sabe, el circuito N°1 quedo conformado por los Municipios Rosario de Perijá, Machiques y Jesús maría Semprún, en el 2008 el PSUV triunfo en Machiques, en Rosario y en Jesús María Semprún. En los 2dos primeros municipios con muy estrecho margen y con mayor en el último. Todo ello hace presumir que el PSUV se adjudica el diputado en ese circuito, tomando en cuenta las dos variables que señalamos inicialmente. El circuito 2, está conformado por Jesús Enrique Lossada y La Cañada de Urdaneta. En Lossada ganó Un Nuevo Tiempo (UNT) y en La Cañada el PSUV, sin embargo Lossada tiene más población electoral y todo hace presumir que UNT gana. El circuito 3, conformado por Páez, Almirante Padilla y Mara nos permite decir – sin duda alguna- que el PSUV se impone. El circuito 4, que incluye a las parroquias de Maracaibo como Venancio Pulgar, Idelfonso Vásquez y Antonio Borjas Romero en todas ellas ganó el PSUV y es de esperar que se repita. El circuito 5, que incluye las parroquias Coquivacoa, Olegario y Juana de Ávila, muy seguramente será de UNT.
El circuito 6, que conforman Raúl Leoni, Carraciolo Parra, Chiquinquirá, Bolívar y Santa Lucía históricamente ha sido controlado por UNT y no hay posibilidades de alterar ese resultado. El circuito 7, Cacique Mara, Cecilio Acosta y Cristo de Aranza también será de UNT. El circuito 8, que incluye San Isidro, Francisco Eugenio Bustamante, Luís Hurtado Higuera y Manuel Dagnino debe ganarlo el PSUV.
El circuito 9, que incluye únicamente San Francisco debe ganarlo el PSUV gracias a los efectos de la gestión del Alcalde y la organización que ha procurado. El circuito 10, de Miranda, Santa Rita y Cabimas debe estar muy disputado, pues UNT es fuerte en Santa Rita y sí va unido en Cabimas puede revertir la incidencia de votos de Miranda, creo que el PSUV puede llegar a perder ese circuito dependiendo de la calidad del diputado que UNT proponga. El circuito 11, Simón Bolívar, Lagunillas, Valmore Rodríguez y Baralt, ahí por la naturaleza e impacto de los votos de Lagunillas – más de 41000- debe ganar UNT, a pesar que el PSUV debe obtener más votos en Baralt y Valmore Rodríguez. El circuito 12, Catatumbo, Colón, Francisco Javier Pulgar y Sucre, el PSUV debe triunfar en Colón, Francisco Javier Pulgar y Catatumbo con lo que obtendría el diputado.
Como vemos la sumatoria daría 5 para UNT y asociados, mientras que el PSUV obtendría siete (7). Quedaría por definir las circunscripciones por lista y es de esperar que el diputado indígena lo obtenga el PSUV. Eso significaría que en el mejor de los casos el PSUV obtendría ocho (8) diputados y UNT podría ganar los circuitos listas. De nuevo todo depende de la calidad de los candidatos y su agenda política. Sin embargo, queda planteado un escenario de análisis interesante, ya veremos¡¡¡

Dr. Juan Eduardo Romero
Historiador
Juane1208@gmail.com
27/01/2010.

el 4 de febrero y sus raíces históricas

EL 4 DE FEBRERO Y SUS RAÍCES HISTÓRICAS

Hace 18 años, todo el mundo en nuestro país se preguntaba que había pasado. El país había transitado de ser una de las democracias modelos en toda Latinoamérica ha ser sacudida por dos acontecimientos significativos: una revuelta popular en 1989 y un golpe de estado. En la lógica del venezolano promedio, penetrado por el status quo y las relaciones de poder hegemónica, estos dos acontecimientos eran una anomalía histórica. Sin embargo, no había apreciación más errada que esa.
La acumulación de contradicciones profundas, derivadas de la lógica del sistema capitalista y las formas políticas que adquiere habían hecho explosión. No puede perderse de vista, que el modelo de democracia representativa instaurado en 1958 se basaba en dos condiciones esenciales: 1) insistir en el consenso y 2) evitar el conflicto. Esa obsesión por la estabilidad se tradujo en la minimización de los enormes contrastes desde el punto de vista social y económico existentes en Venezuela. Eso fue posible, dado el carácter rentista de la economía venezolana. No hay que olvidar que la propia naturaleza productiva del negocio petrolero en nuestro país es profundamente rentable: hasta el día de hoy la diferencia entre el costo de producción de un barril de petróleo y su costo de venta es sumamente favorable. Sí bien, entre 1958-1973 el promedio del barril del petróleo fue relativamente bajo – oscilando entre 2,30 y 5 US$- a partir de la guerra del Yon Kippur, los precios del barril del petróleo se elevaron generando con ello que el Estado venezolano contará con recursos significativos para financiar el gasto público. Esa disposición permitió durante mucho tiempo mantener el clima de estabilidad – aparente- que tanto anhelan algunos venezolanos. No obstante, ese clima era artificial. Las contradicciones y contrastes permanecían intocables, las limitaciones del status quo a formas de participación no mediadas por los partidos históricos (AD, COPEI y URD) eran muchas. La renta petrolera no era efectivamente distribuida y el capital nacional y trasnacional se beneficiaba de ello. No se había atendido el tema de la pobreza y cuando en 1983 hizo crisis el modelo rentista, las contradicciones afloraron con mayor rapidez. Ante ello, los partidos políticos insistieron en mantener el clima consensuado a pesar de ser imposible – desde el punto de vista institucional y económico- hacerlo, pero su insistencia en mantenerse como si nada hubiera ocurrido después del Caracazo – en febrero de 1989- facilitó la manifestación de un conjunto de militares, muy lejanos del clásico militarismo que había afectado a América Latina.
Lo demás es bien sabido. Chávez, Arias, Ortiz Contreras y compañía dieron un golpe de estado que fracaso, pero yo no quiero centrar mí reflexión sobre un tema por lo demás trillado. Quiero que los lectores de esta columna entiendan – al igual que algunos militantes de la sección militar del PSUV- que su accionar tiene raíces muy profundas en el pensamiento político venezolano. Y no se trata sólo de la simplicidad de señalar las vinculaciones de Chávez con los ideales de la guerrilla de los 60. Se trata de comprender que tiene que ver con una ruptura política que se dibujo en los inicios del siglo XX. En pleno período gomecista, mucho antes de los acontecimientos de febrero de 1928, se venía gestando un proceso de maduración y cambio socio-político. En ese cambio nombres como José Pío Tamayo, Salvador de la Plaza, Gustavo y Eduardo Machado, Miguel Otero Silva, comienzan a reflexionar sobre el impacto del imperialismo en la zona del Caribe. El hecho que se diera esa reflexión en nuestro país no es fortuita: en toda el área había un clima antiimperialista que termino en la conformación de la Liga Antiimperialista del Caribe, en donde encontramos nombres como César Sandino, Farabundo Martí, Victor Raúl Haya de La Torre, Juan Bosh, entre otros. Fueron ellos, los que van a introducir la discusión sobre las posibilidades de construcción del socialismo en estos lares. Ya José Carlos Mariategui había pensado sus tesis filosóficas sobre la realidad latinoamericana y a ella, se sumarían otras reflexiones sobre el camino que venía sugiriendo Lenín – ya triunfante en Rusia- y la propia realidad latinoamericana.
Las raíces de ese camino por construir planteó una disyuntiva: 1) andar el camino de la reforma sin modificar las condiciones de explotación social y económica o 2) profundizar los cambios y construir otro modelo democrático. Esa disyuntiva, fue lo que llevó a Rómulo Betancourt a distanciarse de Salvador de la Plaza, Gustavo y Eduardo Machado, para pasar a encabezar el propio Rómulo Betancourt el compromiso de construcción de un modelo cercano a la socialdemocracia, de cuyos peligros ya advertía Rosa Luxemburgo en 1912. Esto es importante recordarlo, pues el reconcomio de Betancourt con los “pacos” – comunistas- se extendería hasta su 2do período de gobierno (1959-1963) y marcaría el proceso político hasta la llegada de Chávez. Se trata de entender que Chávez es producto de una revancha histórica de la izquierda sobre la socialdemocracia, y al mismo tiempo entender que es un fenómeno de enormes raíces históricas.

Dr. Juan Eduardo Romero
Historiador
Juane1208@gmail.com
02/02/2010

EL CASO ALVAREZ PAZ: ¿LIBERTAD O LIBERTINAJE?

EL CASO ALVAREZ PAZ: ¿LIBERTAD O LIBERTINAJE?

El caso en torno a las declaraciones de Oswaldo Álvarez Paz, es propicio para rescatar una discusión teórica muy importante en el área de la opinión. Debemos comenzar por señalar que la idea de opinión inicialmente está asociada a la expresión latina opinio, que se refiere más a una idea que a los hechos. En este sentido, esa acepción de opinión se encuentra más cercana una forma de percepción de la realidad. Hay una 2da forma de entenderlo, que está asociada a una cuestión moral o costumbre; en esta circunstancia la opinión es una forma de presión social. El pensador liberal John Locke, fue quién señalo que la opinión más que una forma de conocimiento es un mecanismo de aprobación o censura social.
Por otro lado, nos encontramos con la idea de público, que como bien es sabido es producto también de la revolución liberal. Antes de las revoluciones burguesas, dadas a partir de la Revolución Liberal Inglesa de Cromwell en el siglo XVII, lo único realmente público era el soberano, el Rey. Los demás sujetos de la sociedad en el antiguo régimen no eran públicos, de ahí su categoría de súbditos. Será la revolución del pensamiento liberal la que introduzca y fusione la idea de públicus, que es una derivación latina de populus, es decir “el pueblo”. La opinión pública estuvo asociada a la idea de divulgar las ideas, por ello se construye una representación en donde el debate de las ideas debe escapar del control del Estado, y de esa forma se hace socialmente aceptable hablar que la defensa de la libertad de expresión viene asegurada por el restringido control que puedan tener las estructuras del Estado sobre los instrumentos – periódicos, revistas, otros- de información. De esta manera se confunde por un lado libertad de expresión con libertad de información. La libertad de expresión, es un principio filosófico de la libertad desde el punto de vista de la condición humana, sin embargo la propia doctrina liberal comenzó a debatir sobre la necesidad de establecer responsabilidades a la expresión del pensamiento. No era posible aceptar, dado el carácter de empresas de intereses que adquirió la prensa escrita, sobre todo a finales del siglo XIX y todo el transcurso del siglo XX, una libertad de expresión sin ningún tipo de responsabilidad sobre otros aspectos esenciales como la ética y la moral.
En torno a la libertad de información, está asociado cada vez más con la ampliación de la esfera pública y el incremento de la participación ciudadana, pero esto no ápice para confundir una con la otra. La libertad de expresión como la libertad de información tiene limitaciones que derivan de consideraciones éticas. No pueden expresarse opiniones ligeramente, sobre todo en torno al debate de la agenda política, sin que medie una prueba determinante de las afirmaciones que se hacen. Este aspecto es esencial en el debate de la agenda pública y la agenda política que sucede en nuestro país. Es común observar como los medios – impresos, audiovisuales- y los periodistas o los generadores de opinión, emiten declaraciones cargadas de irresponsabilidad y al hacerlo lo hacen escudados en la libertad de pensamiento, que fue – y es- un principio sustancial de la democracia. Pero es menester señalar, que la libertad de pensamiento debe estar sostenida sobre la responsabilidad en la naturaleza de lo expresado- No podemos sencillamente avalar la emisión de un conjunto de conceptos y categorías sin ningún tipo de validez o solidez teórica o práctica. En el caso de Álvarez Paz, tiene el derecho de expresar una forma de ver la realidad del país, pero cuando pasa a realizar acusaciones que tienen implicaciones jurídicas, debe acompañarlas por pruebas. Yo no puedo, a la ligera, utilizar este espacio para acusar a alguien a menos que sea capaz de demostrar lo que yo señalo. Hacerlo de otra manera es una gran irresponsabilidad. Lo sucedido es otra ocasión más para generar un debate sobre la libertad de expresión e información en nuestro país. Y digo que es una ocasión más, pues lo sucedido con el cese de la concesión a RCTV fue otro momento. El debate, como ahora, se centró en que ese medio es la representación de la libertad de expresión e información, cuando ambas son una característica de la condición humana.
No puede seguirse confundiendo una argumentación que surgió a partir del siglo XVIII como una defensa ante el enorme poder del Estado ante los públicos. Es en ese momento, donde aparece la idea que los medios impresos – periódicos- son el epicentro del derecho a la información, pero en ese momento cuando existían aun enormes trabas para la consolidación de los derechos políticos era comprensible esa argumentación, pero hoy tres (3) siglos después, donde existen dinámicas tan diversas, canales de participación tan variados,; no se puede seguir argumentando futilidades al respecto. Como bien es conocido, los Art. 57 y 58 de la Constitución de la República Bolivariana, establecen el derecho a la expresión de sus ideas con las responsabilidades del caso, y es precisamente esta limitante la que está siendo objeto de discusión con el caso Álvarez Paz.

Dr. Juan Eduardo Romero
Historiador
Juane1208@gmail.com
24/03/2010

ANATOMÍA DEL PSUV EN EL ZULIA

ANATOMÍA DEL PSUV EN EL ZULIA

Dr. Juan Eduardo Romero/Historiador

El Zulia es la entidad federal más importante de Venezuela, no sólo por el tema petrolero, también por su agregado político. Un espacio geográfico que comparte un trozo de los más de 2.200 kilómetros de frontera con Colombia y que además reúne una población electoral significativa – unos 2.082.916 votantes registrados- que representan casi el 15% del universo electoral del país. Históricamente, el estado Zulia ha tenido un comportamiento dispar en relación con el país nacional; la explicación de este hecho debe ser vista en un contexto más general de construcción de una identidad histórica asociada al pasado de ciudad-puerto y que asume una diferencialidad antropológica. Esa diferencialidad mezclada con el orgullo identitario ha sido un arma política utilizada por la oposición a Chávez en la región.
El chavismo, ha sido una fuerza política caracterizada por su dispersión en la entidad. Desde sus inicios en el año 1997 se conformo un cuadro de liderazgos personales que de alguna manera aun sobreviven: figuras como la profesora Marìa de Queipo con una actividad importante en la Universidad del Zulia, Silvestre Villalobos, Jorge Duràn Centeno (actual embajador en Panamá), son sólo algunas tipificaciones de ese personalismo político. En general, hasta antes de la organización del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) no podríamos hablar de una organización bien estructurada en el Zulia. Precisamente esa carencia, es lo que explica las escasas posibilidades que tuvo el extinto Movimiento Quinta República (MVR) para tomar el poder político.
Las conflictividades internas reflejan una debilidad en el liderazgo regional de las fuerzas del chavismo y traslucen los problemas de los que hablaban los teóricos del marxismo al referirse a la necesidad de un partido bien estructurado. Siguiendo a Antonio Gramscí, el chavismo no ha sido capaz de constituirse en un bloque hegemónico de poder por la dispersión interna. Sin embargo, se debe precisar que desde el año 2006 con el triunfo de Chávez en las elecciones presidenciales se ha venido observando un esfuerzo organizativo que se tradujo en la conformación de una propuesta que propende a reunir las diversas personalidades políticas que se desenvuelven en la región. La conformación del PSUV ha hecho coincidir las diversas tendencias que sobreviven del chavismo inicial: la militarista, que está representada en la figura de Durán Centeno y que agrupa a los militares que participaron en el intento de golpe de 1992; la izquierda histórica representada por personajes como José Huerta, Emilio Chirinos, Arnoldo Olivares entre otros que vienen de una militancia y participación activa en organizaciones que hicieron oposición a las fuerzas de AD y COPEI en la región; la universitaria encarnada en figuras como María de Queipo, Marío Isea, Rodrigo Cabezas entre otros, que vienen del movimiento universitario tan importante en la década de los años 80 y 90 del pasado siglo XX; y finalmente la de aquellos sectores que fueron sumando sus esfuerzos al chavismo provenientes del vínculo con Arias Cárdenas, entre los que cabe señalar al propio Gian Carlo Di Martino.
Esas fuerzas coexisten con diferencias y perspectivas disímiles acerca de la dinámica de construcción del partido y la forma de articularse con el poder popular, sin embargo han coincidido en la necesidad de organizarse en torno al PSUV buscando con ello construir un bloque histórico en el sentido gramsciano del término, que les permita ser una opción capaz de concretar el avance del proyecto bolivariano en el Zulia.
El chavismo ha progresado – con altibajos- en su caudal electoral regional. En el año 2006, obtuvieron un total de 724.254 votos, ganándole al candidato Manuel Rosales en su propio terreno. Esa cifra es significativa del impacto del liderazgo personal y carismático de Hugo Chávez, sobre todo si se compara con los votos obtenidos por el chavismo en el año 2005 en las elecciones al parlamento nacional cuando a través de la UVE y el MVR obtuvieron algo más de 350.000. Sin embargo, el año 2007 reflejo la debilidad estructural y organizativa del recién creado PSUV pues en la consulta del referendo por la Reforma Constitucional del 2 de diciembre obtuvo 472.462 votos en la opción del Bloque A y 467.958 en la del Bloque B, reduciéndose su caudal electoral. Los efectos del referendo del 2-D se sintieron en la conformación de los liderazgos internos del partido. Figuras como Rodrigo Cabezas – Ministro de Finanzas en su momento-, Gian Carlo Di Martino (Alcalde de Maracaibo), Gral. Carlos Martínez Mendoza (Presidente CORPOZULIA) comenzaron a disputarse un espacio de poder en lo interno.
El resultado de esa disputa fue el triunfo de la candidatura de Di Martino para la gobernación y el desplazamiento de Rodrigo Cabezas en lo interno, llegando a su sustitución como Vice-presidente del PSUV en la región Zulia-Falcón. Los resultados del proceso de elecciones para gobernador de noviembre 2008 y la subsecuente derrota de la opción de Di Martino, volvió a abrir la brecha ideológica a lo interno del partido. Electoralmente, la Vice-presidenta del PSUV, Jackeline Farías, ha tenido que sobrellevar la presencia del ex alcalde y el descontento que genera hacia ciertos sectores, pero al mismo tiempo no se puede negar que logró elevar la votación del partido a 658.724 votos. Ese caudal electoral, que no termina de ratificar un liderazgo interno, explica la disyuntiva en la que se encuentra el PSUV en este momento: 1) reestructura su base de poder, a través de nuevas elecciones internas o 2) se organiza en torno al liderazgo de Farías-Di Martino. Ambas opciones tienen sus riesgos: la 1era, puede conducir a un nuevo cisma interno, dada la supervivencia de las diferencias personales en el partido, sin embargo puede crear las bases para un relegitimación de la organización popular; la 2da opción puede terminar incrementando la fragmentación y cierta desorganización existente.
Después del proceso del noviembre, la tendencia de Rodrigo Cabezas resulto favorecida. La cercanía con los alcaldes de Mara, Páez, Padilla, Cabimas, Colón, San Francisco entre otros triunfadores de las elecciones regionales, mantiene viva la figura del ex Ministro y coloca en una difícil situación interna a los seguidores de Di Martino. No hay un enfrentamiento directo, pero sin duda en lo interno las fuerzas se movilizan para dirimir su liderazgo político en el partido.
Todo ese escenario, debe estructurarse sobre la imperiosa necesidad que tiene el PSUV de construir una matriz informativa capaz de minimizar la campaña mediática construida por Manuel Rosales y sus asesores, en donde se presentan encarnando el sentido y significado de la zulianidad. Sí el PSUV no es capaz de elaborar un discurso que lo identifique con la imagen regional sus posibilidades políticas se ven reducidas al mínimo y con ello, las diferencias internas no serán subsanadas. La disputa reciente por el puerto y aeropuerto de Maracaibo es una oportunidad política para definir el curso del futuro del PSUV, sí el partido logra sobrevivir a los sentimientos regionalistas y debilitar a Rosales en su liderazgo, entonces veremos surgir una nueva estrategia de liderazgo político que pudiera permitirle a Chávez y sus fuerzas tomar la plaza del Zulia, sin embargo todo está sujeto al accionar del PSUV y su capacidad para articularse coherentemente.

Dr. Juan Eduardo Romero
Historiador-analista político
Juane1208@gmail.com
20/03/2009

El socialismo en Venezuela

EL SOCIALISMO EN VENEZUELA: DEL MAS AL PSUV

El debate en torno a la construcción del socialismo en Venezuela ha pasado por dos actores realmente significativos. Uno de ellos, el Movimiento al Socialismo (MAS) surgido en los inicios de la década de los años 70 del pasado siglo XX, producto de una división del Partido Comunista de Venezuela (PCV). El otro, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), surgido de una estrategia de unidad de fuerzas planteado por el presidente Hugo Chávez inmediatamente después de su triunfo en diciembre de 2006.
Existe, en nuestra modesta opinión como estudioso de la historia de las ideas en Venezuela, un tronco común entre ambos proyectos: la negación al dogmatismo soviético o del denominado socialismo real. Tanto el MAS como el PSUV, llegaron a manifestar en boca de algunos de sus principales representantes (Teodoro Petkoff, Hugo Chávez) críticas muy fuertes a la desviación del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética), que condujo a la toma de decisiones excesivamente limitantes al debate y la discusión, terminando en la construcción de una sociedad muy rígida, negadora del carácter revolucionario del socialismo planteado por Marx, tanto en El Capital como en otros trabajos.
La forma como lo negaron establece una diferencia entre ambos movimientos. Mientras el MAS, inicialmente se definió como un partido socialista de afiliación marxista-leninista, progresivamente fue cediendo paso a la discusión en torno a la construcción del socialismo para desplazarlo por un reformismo que terminó en esa estructura caduca y pragmática que es hoy. La posición ejemplificada en la actitud de antiguos dirigentes del MAS, como Julio Montoya o mi buen amigo Willian Barrientos, que hoy están del lado de la socialdemocracia – representada por Un Nuevo Tiempo- refleja una vieja discusión que se planteó en lo interno del MAS, acerca de la imposibilidad de construir un proyecto socialista alternativo al hegemónico de AD y COPEI en las décadas de los 70 y 80, y por lo tanto concluían que era imperativo subsumirse en estos movimientos políticos para ser una opción de poder.
Por su parte el PSUV, también se encuentra en la disyuntiva de reforma o revolución. Y esa situación debe conducir a una revisión histórica que impida que terminen como el MAS. Por una parte, ciertos elementos de la estructura del PSUV están más dedicados al disfrute de las condiciones de privilegio que derivan del ejercicio hegemónico – en el sentido gramsciano- del poder que a la construcción del socialismo. Estos sectores dentro de la estructura del PSUV son profundamente burocráticos, fosilizados y ven como una amenaza a sus privilegios los procesos de organización social que se dan bajo las figuras de comunidades movilizadas a través de mesas de aguas, energía, consejos comunales entre otras. En la visión de estos sectores reformistas, carentes de compromiso y ética revolucionaria, lo esencial es el disfrute del poder y la utilización del mismo para su propio beneficio.
Existe – y menos mal que así ocurre- otra sección en el PSUV, estructurados en el sentido ideológico de la revolución, encabezado por el propio presidente Hugo Chávez y algunos otros actores, que plantean seriamente el debate acerca de la construcción del socialismo. Para ellos es prioritario el proceso de construcción de un partido de cuadros, formados y curtidos en las ética revolucionaria de la cual hablaban el Che y el propio Marx, al mismo tiempo que insisten en la organización y formación política de los ciudadanos, como una condición del ejercicio de la participación. Marchan sosteniendo la necesaria revisión y modificación de las relaciones que marcan el accionar del capital y el trabajo. Es el camino sostenido por Marx en los Grundrisse (el título completo es Grundrisse der Kritik der politischen Oekonomie o Líneas Fundamentales de la Crítica de la Economía Política hecho público en 1939 en Moscú) donde habla de la vía al “proyecto socialista” como un camino que conduce a la disolución de las condiciones de explotación y alienación del capitalismo.
El planteamiento de Marx, que de cierta forma es recuperado por esa vertiente verdaderamente revolucionaria del PSUV encabezada por Chávez, habla de la necesidad de un “desarrollo universal” de los individuos en contraste con el desarrollo “unidimensional” del capitalismo, sobre el cual se basan las relaciones de alienación que permiten la explotación del hombre por el hombre. Se trata, y de cierta forma está visión es incorporada en el Plan Simón Bolívar (2007-2013) de construir socius (amigos, colaboradores). Ese proceso implica una acción múltiple: por un lado, la revolución del aparato productivo y por el otro, la revolución de la conciencia, sobre la formación socialista. Es este punto, la marca de escisión entre los revolucionarios y los reformistas dentro del PSUV. Los reformistas, se resisten a la modificación de las condiciones objetivas de la explotación capitalista, pues ello significaría el fin de sus posibilidades de enriquecimiento y al mismo tiempo, se resisten al proceso de formación que los haría “visibles” ante el resto de los militantes realmente comprometidos. Por ello, quienes militamos en el lado de la construcción socialista propugnamos la formación, el debate y la construcción de condiciones objetivas de disolución del carácter alienante del sistema capitalista. Creemos que el PSUV debe revisar con cuidado la experiencia histórica del MAS, para no terminar como lo hicieron sus antecesores. La historia es maestra vida¡¡.

Dr. Juan Eduardo Romero
Historiador
05/05/2009
Juane1208@gmail.com