martes, 22 de diciembre de 2009

ROSALES: RELIGIOSIDAD, HISTORIA Y MANIPULACIÓN

ROSALES: RELIGIOSIDAD, HISTORIA Y MANIPULACIÓN

Sí aceptamos que el poder – siguiendo la definición de Max Weber- es la capacidad de modificar el comportamiento de los otros por parte de un conjunto de individuos, también debemos aceptar que el ejercicio del poder sí bien lleva implícito nociones de violencia, no siempre puede estar basado en esos mecanismos para lograr el convencimiento. En muchas ocasiones, quienes ejercen el poder hacen uso de diversos constructos culturales, ideológicos e históricos. Es ese el caso del Manuel Rosales y del actual Gobernador del Zulia, Pablo Pérez.
La identificación que subyace en la propaganda oficial de la Gobernación, en el sentido que los representantes políticos del partido Un Nuevo Tiempo – Manuel Rosales primero y Pablo Pérez actualmente- son la encarnación de la zulianidad, es una manifestación de la máxima que anunciamos al principio.
Todo el tejido discursivo de las acciones oficiales, se estructura sobre la insistencia en la diferencialidad cultural del zuliano con respecto al resto del país. En la práctica hay que reconocer esa diferencialidad, pues no hay duda de las particularidades del zuliano, sin embargo sin parecer contradictorio, ese reconocimiento no significa que compartamos la representación que busca construir un sentimiento de distanciamiento con la propia venezolanidad. Para ello, se ha estructurado una muy lógica manipulación del carácter identitario del zuliano, alimentado desde las investigaciones históricas y sustentado adecuadamente desde el aparato oficial de nuestra entidad regional, mezclando elementos de carácter histórico, ideológico y religioso.
Históricamente, es sabido que el espacio histórico marabino – pues hablamos de la región histórica que comprende el actual estado Zulia y los estados Mérida, Táchira y Trujillo, así como parte de Lara y Falcón- tuvo una pujanza derivada del impacto que el puerto de Maracaibo adquiere desde inicios del siglo XVII, producto de haber servido de salida a las mercaderías y productos venidos de los Andes. Ese comercio, aunado al hecho que nuestro estado toma forma de una herradura, por el conjunto físico que lo rodea – al oeste la Sierra de Perijá, al sur-este la Cordillera Andina y al este el sistema Lara- Falcón- incidió en el particular aislamiento de este espacio histórico y su escaso contacto con el resto del territorio de la Capitanía general de Venezuela y la posterior república. Sobre ese aislamiento y la pujanza – insistimos en ello- se desarrollo una elite multifuncional, por sus lazos sociales, culturales, políticos y económicos que utilizó – y utiliza- esa prosperidad en su propio beneficio. La tantas veces nombrada autonomía e identidad del zuliano, ha sido y es una excusa para el propio beneficio de esa elite, que enmarcada en el regionalismo ha subyugado, explotado y usufructado las riquezas sin ningún tipo de escrúpulo. Hemos dicho, que Rosales – al igual que Jorge Sutherland y Venancio Pulgar- ha sabido emplear el enorme orgullo histórico del zuliano para sus propios objetivos. Han convocado a LOS CIUDADANOS DEL Zulia a enfrentarse con el poder central, en una “supuesta” defensa de la autonomía y han terminado abandonando a quienes prometieron defender.
La pregunta obligada es: ¿ cómo se ha generado ese fenómeno?. Tanto en el siglo XIX como en los años finales del siglo XX e inicios del presente siglo, se ha construido un marco interpretativo, entendido como un conjunto de normas, rituales y símbolos que sirven para justificar la hegemonía de esa elite polifuncional. El culto religioso a la Virgen de Chiquinquirá, la estructura formal de la Iglesia Católica, los sectores culturales controlados por esa elite, así como la capacidad económica que manejan sirvió – y sirve- para asociarlos a ellos con la zulianidad. Es interesante ver como la propaganda de Rosales y Pablo Pérez habla del gobierno del Zulia y emplea en los medios el Himno del estado para acompañar la divulgación de sus obras. Es conocida una de esas propagandas, que durante buena parte de su duración lo que hace es acompañar las imágenes de obras, carreteras y remodelaciones realizadas por el ejecutivo con el Himno. Encontramos ahí un mensaje sugerido: quienes gobiernan son el Zulia, los “otros” son presentados explícitamente como agresores de “esa zulianidad”. Cualquiera que pretende señalar en esos responsables políticos cualquier tipo de crítica, no hace sino atacar al Zulia. Vemos así como se construye una identificación entre el representante político y la identidad del zuliano. Esa estrategia no es nueva- insistimos en ello- pues fue implementada en el siglo XIX con éxito, y se vuelve a hacer con la anuencia y asesoría de un conjunto de intelectuales e historiadores – de gran respeto y estima por mí- que forman parte del equipo de apoyo institucional de Pablo Pérez y Manuel Rosales. Lo grave de ello, es que a través de esa asociación- manipulación se oculta el interés de impulsar sentimientos de profunda diferencialidad con la venezolanidad toda y a partir de ahí, sostener ideas de secesionismo o autonomía riesgosas para la integridad territorial.
Se trata de hacer sentir que existe una gran “injusticia” manifestada por el aporte que hace el Zulia y lo que recibe, con ello se busca movilizar al zuliano en “defensa de lo propio”. Esa defensa es enmarcada en la acción política del gobierno regional, y sus cabezas políticas, quienes surgen como “verdaderos” adalides de la identidad del zuliano, cuando en verdad no hacen sino defender sus propios intereses económicos.

Dr. Juan Eduardo Romero
Historiador
Juane1208@gmail.com
26/05/2009

1 comentario:

Edgardo López Heredia dijo...

Es la primera vez que oigo hablar de Zulia y el zulianismo. Ello es un claro índice de la supina ignorancia que tenemos los habitantes de Nuestra América (Martí) de nosotros mismos. Sabemos todo lo de Europa y nada de nuestros hermanos y vecinos. Soy un firme partidario de la política exterior de Cmte. Hugo Chávez, aunque no conozco su política interna que supongo buena. Mis mayores me enseñaron a observar con atención quien habla y que intereses defiende, al evauar el mensaje político. Aquí en la Argentina toda la derecha más reaccionaria del país habla redículamente contra Chávez; cada vez que ocurre al malo, sea un accidente de tránsito o el resultado de un partido de fútbol, lo nefasto se indica como vinculado a Chávez. Este Presidente venezolano es tomado a risa y burlado por locutores de TV semi-analfabetos, aunque también hay mucho intelectuales serios de derecha que lo critican a mi juicio interesadamente. Ello no quiere decir que el gobierno del matrimonio K (Kirchner) sea bueno. Es un desastre por su nivel de corrupción, bajísima calidad institucional, y falta de claridad en sus posiciones políticas y culturales, además de las económicas y sociales. Ello no obstante no carece de razón en muchos aspectos y ha tenido algunos logros muy dignos de apoyar. El gobierno sin duda es malo pero la oposición es peor. Bueno, el hecho es que aún siendo partidario de Chávez --he defendido su posición recientemente en varias universidades bogotanas-- estoy de acuerdo con las posturas regionalistas de Zulia. Ello porque los Estados nacionales ya están política, económica, ecológica, cultural y socialmente superados y son obsoletos (Glotz: Creo que el nacionalismo está en decadencia a partir de la derrota de la Alemania nazi en 1945. El Estado-nación cada vez pierde más sus competencias decimonónicas y es menos eficaz en todo sentido. Además son creaciones mini-imperialistas que no han respetado las regiones antropolótgico culturales creando fronteras imaginarias y arbitrarias. Cada Estado [nacional] avanza todo lo que puede hasta que encuentra la resistencia de otro del mismo carácter que frena su expansión. "Hasta aquí llegaste", podríamos decir. ¿La integración de Nuestra América? Sí y con todo, pero no una América nuestra integrada por artificiales Estados nacionales unitarios para hacer otra nación más grande. Postulo una integración continental desde la Tierra del Fuego hasta el Río Bravo en una Confederación de Regiones confederadas, donde el poder confederal se construya democráticamente de abajo hacia arriba y no como en la nación necesariamente unitaria a pesar de formas y sólo formas federales que puediera tener. Un continente integrado por Regiones y no por naciones. Un Estado confederal de regiones y no un Estado nacional.

Mario Edagardo Rojas
Ex profesor de Teoría General y Filosofía del Derecho durante 25 años en la Universidad Nacional de Buenos Aires. Ex profesor de Derecho Constitucional de la misma universidad. Actual investigador en derecho constitucional.