jueves, 6 de mayo de 2010

PLAN COLOMBIA II Y LA GEOPOLÍTICA DE VENEZUELA

PLAN COLOMBIA II. IMPLICACIONES GEOPOLÍTICAS PARA AMÉRICA LATINA

EL CONTEXTO GEOPOLÍTICO DE FINALES DEL SIGLO XX

El anuncio de la instalación de un conjunto de bases militares en territorio colombiano, con el apoyo, presencia y asesoría norteamericana no debe ser visto en forma descontextualizada. Toda la dinámica obedece a un marco general, que se ubica en el denominado Proyect for The New American Century (PNAC) o Proyecto para el Nuevo Siglo Americano, formulado en 1992, esencialmente por dos (2) personajes muy destacados en el gobierno de George W. Bush: Paúl Wolfowitz y Donald Rumsfeld. En él se identificaban los retos para la Seguridad y Defensa de los EEUU en los inicios del siglo XXI, haciendo hincapié en la necesidad de obtener un mayor control sobre las fuentes abastecedoras de petróleo a la economía y la industria norteamericana.
De tal forma, que el PNAC identificó las prioridades a desarrollar por la política exterior norteamericana en los años finales del siglo XX y principio del XXI. Entre las acciones del PNAC, se estableció la necesidad de fortalecer los lazos estratégicos con países latinoamericanos, impulsando al mismo tiempo proyectos de integración económica. El lapso comprendido entre la formulación del PNAC y su configuración estratégica en el gobierno de George W. Bush, sirvió para hacer una propuesta mucho más ambiciosa, que derivó en la pretensión de obtener una hegemonía política, militar y económica en todo el contexto mundial. Los acontecimientos que terminaron con los sucesos del 11 de septiembre de 2001, le otorgaron a los EEUU la excusa perfecta para adelantar la completa implementación de los postulados del PNAC.
La geopolítica de los EEUU insistió en la preponderancia militar y la asociación estratégica con los denominados “estados tapón” o “estados de contención”, ubicados en espacios estratégicos-territoriales considerados claves para los intereses de los EEUU. En este marco, es que surge la propuesta de ejecución del Plan Colombia, inicialmente planteado y desarrollado entre 1998-2007, que incluyó – en función del logro de los objetivos de fortalecimiento militar-estratégico de los EEUU en la región- la instalación, entrenamiento y equipamiento de nuevos grupos de combate en las fuerzas armadas colombianas. Militarmente se tradujo en: 1) instalación y puesta en funcionamiento de cinco (5) radares en zonas diversas de Colombia (Isla de San Andrés, Riohacha, Vichada, San José de Guaviare y Leticia), 2) conformación de Brigadas de Acción Rápida (BAR) destinadas a movilizar un conjunto de efectivos militares con gran poder de fuego y acción contrainsurgente y 3) reforzamiento de bases militares ubicadas en Tres Esquinas (Putumayo, frontera con Ecuador) y Tolima. Detrás de toda la excusa de la lucha contra el narcotráfico se encuentran jugosos contratos económicos coordinados por empresas transnacionales norteamericanas tales como DynCorp (entrenamiento de militares y policías), Lockheed Martin (radares y mantenimiento aviones), Bell Helicopter Textron (venta y mantenimiento de helicópteros Blackhaw), Sikorsky Aircraf (equipamiento y venta helicópteros de combate), que han permitido que Colombia incremente su capacidad militar y su poderío de reacción ofensiva, creando serios desequilibrios estratégicos en Sudamérica.
El SIGNIFICADO DEL PLAN COLOMBIA II

La 1era fase del Plan Colombia, desarrollada hasta el 2006, incluyó una inversión de 10 mil 700 millones de dólares, que permitió aumentar la capacidad militar de Colombia, elevando sus fuerzas armadas por encima de 400.000 efectivos, una cifra muy superior a los 160.000 militares con que contaba antes de 1998. La II Fase del Plan Colombia, denominada Estrategia para el Fortalecimiento de la Democracia y el Desarrollo Social, significa una inversión de 43 mil 800 millones US$, la mayoría en equipamiento, mantenimiento y fortalecimiento de la estructura militar. No se debe perder de vista, que esta fase tiene como epicentro de acción las zonas fronterizas con Ecuador y Venezuela, aumentando la tensión entre el gobierno de Uribe con Chávez y Correa.
El alcance de esta fase del Plan Colombia, no ha sido suficientemente explicado por parte de las autoridades colombianas, quienes se han negado a la circulación pública de los términos del acuerdo con los EEUU, uno de los aspectos del controvertido Plan. Ello ha generado enormes resistencias, provenientes del Consejo de Defensa Sudamericano de la recién creada Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), organismo impulsado desde la convergencia geopolítica de Venezuela y Brasil, con la anuencia y apoyo de los presidentes de Bolivia (Evo Morales) y Ecuador (Rafael Correa), así como de Cristina de Kisnher (Argentina).
Hay un aspecto adicional que hasta ahora no ha sido muy nombrado, es el tema de los yacimientos de hidrocarburos existentes en el Golfo de Venezuela. Como se sabe, Colombia mantiene una controversia con Venezuela producto de la reclamación de espacios marítimos (plataforma continental, mar territorial y zona económica exclusiva) en esa localidad geográfica. La reclamación se basa en el hecho que Colombia cuenta con 36 kilometros de costa en el Golfo, derivado de la distancia existente en Punta Espada (sitio donde comienza el Golfo de Venezuela) y Castillete (frontera colombo-venezolana/hito N° 1). Esa exigencia histórica de Colombia, adquiere mayor peso al considerar el hecho que en esa zona se han descubierto enormes yacimientos de petróleo y tomando en consideración que los informes de la Agencia Internacional de Energía (AIE) señalan que a nuestro vecino le quedan poco menos de 40 años de reservas de hidrocarburos, se comprenderá la gravedad del desarrollo de los planes militares en el Caribe por parte de Colombia y los EEUU, para la geopolítica energética del gobierno de Hugo Chávez.
Sí esto no es suficiente, no podemos dejar de señalar que esa Fase II, conlleva el reforzamiento de las bases establecidas en la Amazonía colombiana, con lo cual la amenaza de la presencia militar se extiende hacia Brasil. A todo ello, debe sumársele el clima antinorteamericano propiciado por una izquierda que tiene copado el escenario electoral en toda Sudamérica, con lo que terminamos en una situación de gran tensión para los inicios de la 2da década del siglo XXI.

Dr. Juan Eduardo Romero
Historiador e investigador
Juane1208@gmail.com

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