jueves, 4 de septiembre de 2008

Ajuste Socio-político en América Latina

Ajuste Socio-político en América Latina
Ajustes Institucionales en América Latina
Las elecciones desarrolladas en América latina durante el 2006, no solo significaron la irrupción de nuevos actores étnicos (Evo Morales, Rafael Correa), la ratificación de actores políticos de gran liderazgo (Chávez y Lula), sino que se traducen en un reajuste institucional que pone en jaque la estructura del Estado Nacional Dependiente, estructurado durante todo el siglo XX en nuestras latitudes.
El primero que comienza el proceso de ajuste estructural, fue Chávez, que se ha convertido después de Fidel Castro, en el patriarca político de la izquierda latinoamericana. El proceso Constituyente convocado en 1999, se tradujo en un dinámica de desplazamiento de los actores políticos tradicionales, que no supieron responder a las condiciones de emergencia social imperantes en la región. Sin embargo, el Proceso Constituyente no altero para nada la estructura de explotación del Estado Dependiente. Las formas de protección del capital privado, la estructura productiva sigue estando igual que antes de la llegada al poder de Chávez. Por eso, en su juramentación para el periodo 2007-2013 Chávez anuncio una radical reforma del Estado, que propende a disminuir la incidencia y protección del estado Nacional sobre las formas de apropiación de los excedentes productivos.
El ejemplo marcado por Venezuela, es decir, iniciar la Reforma con la convocatoria de una Constituyente, ha sido seguida por los presidentes de Bolivia, Evo Morales y del Ecuador, Rafael Correa. Para ambos mandatarios, dadas las condiciones de dificultad económica y movilización social en que han llegado al poder, este proceso se puede traducir en una pugna alrededor del control del poder legislativo y la promulgación de las nuevas condiciones socio-políticas de cohabitación entre viejos y nuevos actores sociales.
Para Evo Morales, la situación es más delicada que para Rafael Correa, debido al elemento de presión determinado por la presencia de transnacionales ligadas al negocio de explotación de las fuentes de hidrocarburos (Gas) en Bolivia. Sin embargo, para Correa las condiciones de polarización política que experimenta la sociedad ecuatoriana no son nada fáciles. En ambos casos, se observa una gran expectativa de la población indígena tradicionalmente marginada del accionar de los gobernantes en esos países.
En este sentido, el apoyo económico y político vertido desde la presidencia de Chávez es sustancial para ambos mandatarios. No se trata de afirmar que se conviertan en un "satélite chavista", tal como ha sido afirmado por sectores en Bolivia y el Ecuador. Se trata de entender, que todos esos procesos caen dentro de una oleada de cambio, impulsada por movimientos sociales imbuidos en las ideas de la resistencia a la globalización, que han creado estrategias disruptivas efectivas, reproducidas por diversas organizaciones sociales y políticas, desplazando del poder a factores tradicionales.
Chávez, Morales y Correa, tienen la oportunidad de construir una relación Estado-sociedad civil- movimientos sociales, que vaya más allá de las formas de explotación establecidas durante muchos siglos en América Latina. Su éxito depende de los niveles de participación y movilización, asociados al mismo tiempo a un reajuste en las formas de distribución de la riqueza de manera mas equitativa. Mantener las expectativas de cambio, satisfacerlas o no, es el gran reto que enfrentan en este ajuste estructural que se plantean, mas aun si consideramos las difíciles condiciones internacionales en que las plantean.
La administración Bush parece decidida a iniciar una escalada contra "los populismos radicales", tal como ha sido expresado por Condolezza Rice, que son vistos como movimientos socio-políticos "peligrosos" para el modelo de democracia procedimental impulsado desde Washington. En virtud de las limitaciones para actuar directamente, los EEUU han optado por la estrategia del apoyo de factores o fuerzas políticas en el interior de Bolivia, Venezuela y Ecuador, destinadas a obstaculizar los procesos de ajuste estructural. Este accionar, ya demostró en el caso de Venezuela, una gran conflictividad social (tal como quedo evidenciado en los hechos de 2002-2003), para los casos de Bolivia y Ecuador es de esperar reacciones violentas, que ya han aparecido en el caso de Bolivia y uno de los gobernadores opuestos a la Constituyente. Para los Latinoamericanos en general, estas experiencias arrojan luces sobre las posibilidades de construcción de alternativas sociales y políticas a los intentos de dominación de EEUU, pero habrá que hacerles un seguimiento a las estrategias que dispongan las fuerzas sociales nucleadas alrededor de esos liderazgos "populistas radicales" para resistir la intervención - no directa- de los EEUU.
Juan Eduardo Romero J.
Historiador- La Universidad del Zulia
Venezuela
14/02/2007

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