miércoles, 10 de septiembre de 2008

Los retos del chavismo para el 2008

Los retos del chavismo para el 2008

 

            No hay que tomar a la ligera los resultados electorales del pasado 2-D. Hemos afirmado que los casi 3 millones de votos de diferencia entre el 2006-2007, indican que el chavismo tiene una base electoral dura de cerca de 4.300.000 votos. Eso es una ventaja estratégica que debe ser usada como tal, pero al mismo tiempo debe generarse una profunda reflexión sobre la forma en que ha sido divulgado el contenido ideológico en torno al Socialismo del Siglo XXI.

            Cuando Chávez triunfa el 06-D del 2006, inmediatamente afirma que quienes votaron por él lo hicieron por el socialismo. Comenzó un planteamiento muy general sobre la naturaleza de ese socialismo, sin que existiera por parte de los funcionarios del partido (MVR. PPT. PCV) o del Estado (Gobernadores, Alcaldes, Diputados, Concejales) un debate epistemológico profundo que distanciara  está propuesta de la natural asociación con el socialismo real soviético o cubano. Esa falla, tendría sus efectos contundentes en este ejercicio electoral.

            Es este compromiso, de comenzar el debate ideológico con seriedad el primer reto para el chavismo. Cuando hablo de comenzar, es que considero que aparte de las alocuciones realizadas por el propio Chávez no ha existido un debate con seriedad hasta el momento. Ello conlleva revisar la estructura de funcionamiento del PSUV, desde la dinámica de nombramiento de la estructura como  las funciones y formas de afiliación que ha adelantado. Esta debe ser una primera acción de carácter inmediato. No se explica como un partido que se ufana de tener cerca de 5.400.000 aspirantes a militantes inscritos, llega a obtener en un ejercicio electoral sólo 4.300.000. Sin duda, en sus filas hay más de 1 millón de inscritos por simple conveniencia o miedo a una nueva lista Tascón.

            En una lectura fatua, se afirmaría que este comportamiento forma parte de la cultura política del venezolano. Es el típico comportamiento del que se “anota a ganador”. Sin embargo, a pesar de aceptar ese comportamiento cultural debo rechazarlo categóricamente. Un partido moderno – y eso pretende ser el PSUV-  debe incidir en un proceso de formación ideológica y política que lleva su tiempo. Es cierto que hay un camino adelantado: la creciente politización ciudadana del venezolano en los años recientes, que han manifestado su decisión de movilizarse. Sin embargo, no debe confundirse ganas de movilizarse con preparación política. Movilizarse es un acto emotivo, producto muchas veces de la reproducción de una conducta o la emulación de comportamientos o acciones colectivas, pero cuando hablamos de preparación política se habla de coherencia organizativa, compromiso ideológico y responsabilidad institucional. Nada de eso se observó en el ejercicio electoral del 2-D, por lo menos de parte de las fuerzas chavistas.

            El segundo reto, pasa por desarrollar una rearticulación de los marcos interpretativos que habían servido para movilizar a millones de ciudadanos desde 1998. Cuando se estudia el comportamiento electoral del chavismo, se observa que hubo un progresivo crecimiento a partir del año 2004, producto del “efecto misiones”. Ese efecto parece haber disminuido en su eficacia motivado a uno de los males del socialismo real: el burocratismo. Este es un subpunto del 2do reto: revisar la estructura de respuesta social y los marcos de movilización que impulsarón a las misiones y que parecen haberse “fosilizado” el 2-D.

            En tercer lugar, el manejo que tuvieron los medios oficiales, los funcionarios distó de ser efectivo, en términos de reducción de la dispersión que pudiera causar la propaganda en contra. Se ha dicho que el bombardeo de los medios hizo daño, pero yo me pregunto: ¿ es que en algún momento ese bombardeo ha dejado de ser frecuente desde 1999? ¿ No será que la capacidad de respuesta en esta ocasión fue reducida a su mínima expresión?. De ser así, debe exigirse una responsabilidad en los órganos de propaganda política del chavismo.

            En cuarto lugar, hay que rearticular la vinculación con los liderazgos regionales y locales. Buena parte de lo que paso, duélale al chavista más recalcitrante, tiene que ver con una natural reacción de no intervención de buena parte de los alcaldes, gobernadores y concejales, que vieron sus apetencias de continuidad reducidas a cero cuando sólo el comandante aseguró la reelección como propuesta constitucional. Hay ahí un ejercicio de crítica que el propio presidente debe asumir y restituir esos lazos que existen, pero se han visto afectados por las tendencias internas que subsisten.

            En quinto lugar, hay que repensar el ritmo de la ejecución del partido único. Un proceso de construcción de una unidad revolucionaria no debe ser objeto de un “decreto”, debe ser producto de un proceso de maduración que acá no existió. La imposición del ritmo de construcción del partido, fue asfixiante y casi coactivo, y ello explica que la maquinaria electoral – que había sido efectiva antes- no funcionará como debía. En fin de cuentas,  tal como lo entienden los chinos, la crisis representa dos cosas: un agotamiento pero también una oportunidad. El chavismo, experimentó un agotamiento de su caudal electoral – en este momento- pero tiene la oportunidad de recuperarlo, dependiendo de su capacidad de autocrítica y corrección. Veremos que ocurre.

 

Dr. Juan E, Romero

Historiador/profesor universitario

Juane1208@gmail.com

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